Celebrar la Pascua con los niños
Ya he recalcado lo importante que es para los niños dar una ritmicidad espiritual al año, del mismo modo que éste ya la tiene a través de sus estaciones. La Pascua tiene en sí el contenido espiritual de la muerte y la resurrección. Este gesto es muy inherente al ser humano que evoluciona…¿a cuánto no hay que morir de uno mismo, para que renazca algo superior de uno? ¡¡OJO!! Está mirada es independiente de todo credo religioso, es algo que está en la fibra más íntima de la escencia humana, es la sustancia espiritual que nos constituye.
Esta vivencia el niño la capta del adulto cercano cuando éste la experimenta de verdad. Eso es lo más importante. Con ese sentimiento en el alma podemos llenar de contenido epiritual todo el preparativo de pascua.
Este vivenciar el ritmo espiritual del año, también tiene que ver en un alto sentido de la palabra con la salud integral de nuestros niños.
Tradiciones como regalos para el alma de los niños
Recuerdo de niña cómo el despertar el domingo de Pascua era algo especial, ahora lo podría expresar como un sol interior que iluminaba toda mi alma…el Conejo de Pascua me había dejado huevos escondidos en el jardín. Con el corazón palpitante buscaba en medio de todas las plantas y encontraba primorosos niditos con sus huevos en el interior. Mi alegría de niña era indescriptible cada vez que encontraba uno de estos «tesoros» entre medio de las hojas. ¡Eran casi como joyas que brillaban!
¿Se imaginan los tesoros que quedan en el alma del niño después de una vivencia así? Ella se va transformando y creciendo con él; de modo que él más adelante también pueda entregar regalos al mundo, a los otros seres humanos y de la naturaleza, desde su luz interna.
No hace falta tener un jardín enorme, puede ser en los maceteros del balcón y si no hay balcón, dentro de la casa: debajo de la cama, en la tina del baño etc… De verdad les recomiendo esta maravillosa experiencia. Los padres pueden entender el valor de ella, por lo que disfrutan de una manera indescriptible con esta búsqueda de huevos del Conejo de Pascua y lo siguen recordando durante toda la vida, con una alegre nostalgia.
Sugiero que los huevos sean de verdad, como los que muestro en la foto y que haya unos 2 o máximo 3 mini huevitos de chocolate. ¡Así, esto es algo muy especial! y el niño vuelve orgulloso con su canasta de huevos (hermosamente teñidos o pintados, ya cocidos) para que toda la familia los coma en el festivo desayuno del Domingo de Pascua.
Cuento de Pascua
La liebre de Pascua Había una vez una familia de liebres de Pascua, el padre, la madre y los siete hijos. El padre y la madre liebre no sabían quién de sus hijos iba a ser ese año la liebre de Pascua. Entonces la madre liebre de Pascua cogió una cesta con siete huevos, y el padre liebre de Pascua llamó a sus siete hijos y dijo al mayor: -Coge un huevo de la cesta y llévalo al jardín de la casa donde viven muchos niños. El mayor cogió el huevo dorado y se fue con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, atravesó la pradera y llegó al jardín de la casa de los niños. Entonces quiso saltar por encima de la verja, dio un salto demasiado grande y el huevo se cayó y se rompió. Ésta no era la verdadera liebre de Pascua. Le llegó el turno al segundo. Éste cogió el huevo plateado, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo y llegó a la pradera. Entonces le llamó la urraca: -Dame tu huevo, dame tu huevo y te regalaré una moneda. Y sin que la liebre se diera cuenta, ya se había llevado la urraca el huevo a su nido. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua. Le tocó el turno al tercero. Éste escogió el huevo de chocolate, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, llegó a la pradera y justo entonces, llegó saltando de un pino alto una ardilla, puso grandes ojos y preguntó: -¿Está rico? -No lo sé, lo quiero llevar a los niños. -¿Me dejas probar un poco? La ardilla chupó un poco y, como le gustó tanto, siguió lamiendo, y la liebre lamió con ella hasta que todo el huevo había desaparecido. Cuando la tercera liebre llegó a casa, la madre liebre de Pascua le tiró de los pelos de su morrito que aún estaban llenos de chocolate y dijo: -Tú tampoco eres la verdadera liebre de Pascua. Ahora le llegó el turno al cuarto. El cuarto cogió el huevo con muchas manchitas. Con este huevo corrió a través del bosque. Cuando estaba cruzando el riachuelo se paró en medio y se vio en el riachuelo como en un espejo. Cuando se estaba mirando, ¡plaf!, se cayó el huevo al agua. Ésta tampoco era la liebre de Pascua. Le llegó el turno al quinto. El quinto cogió el huevo amarillo. Con él corrió a través del bosque y antes de llegar al riachuelo se encontró con el zorro. -Oye, vente conmigo a mi madriguera y enseña a mis hijos el huevo bonito. Los zorritos empezaron a jugar con el huevo, se cayó encima de una piedra y se rompió. Rápidamente corrió la liebre a casa con las orejas gachas. Ella tampoco era la verdadera liebre de Pascua. Le llegó el turno al sexto. El sexto escogió el huevo rojo y con él corrió a través del bosque. Entonces se encontró en el camino con otra liebre. Puso su huevo en el camino y empezó a pelearse con la otra. Por fin, la otra liebre huyó y cuando la sexta liebre buscó su huevo, lo encontró hecho migas. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua. Le tocó ya el turno a la séptima, la liebre más joven y pequeña. Ella cogió el huevo azul. Con el huevo azul atravesó el bosque. En el camino se encontró con otra liebre. La dejó pasar y siguió adelante. Entonces vino el zorro. La liebre dio un rodeo y llegó al riachuelo. Con unos saltos ligeros cruzó por encima del tronco. Vino la ardilla pero la liebrecita siguió adelante y llegó a la pradera. Cuando la urraca gritó, simplemente le contestó: -¡Tengo que seguir!, ¡tengo que seguir! Por fin, llegó al jardín de la casa. La puerta estaba cerrada. Ella dio un salto, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño, y puso el huevo en el nido que le habían construido los niños. Ésta era la verdadera liebre de Pascua.

Trenza de pascua saludable y rica para hacer con los niños para el desayuno del Domingo

175 ml de leche
500 g de harina integral o de espelta
1 dado pequeño de levadura fresca
o 100gr de levadura fresca
1 taza llena de ciruelas secas descarozadas
80 g de aceite de coco (o mantequilla)
1 cucharadita de azúcar
1 limón (mejor orgánico) su cáscara rallada
2 huevos
1 yema
80 g de pasas de uva (opcional)
1 cucharada sopera colmada de miel
1puñado de almendras picadas gruesas
almendras laminadas
Preparación
Antes: Calentar un poco la leche en una pequeña olla. Masa con levadura:
Colocar la harina en un bowl y hacer un hoyo al centro. Colocar la levadura desgranada en él, una cucharadita de azúcar y algo de la leche tibia. Mezclar todo cuidadosamente con un tenedor y dejar leudar esta mezcla 15 minutos a temperatura ambiente. Mezlar y derretir el aceite de coco o la mantequilla en el resto de la leche tibia. Agregar las ciruelas molidas, la cáscara de limón rallado, los 2 huevos y las almendras picadas gruesas, además de la mezcla de la leche con l aceite de coco, al resto de la masa. Revolver todo hasta formar una buena masa (con un cucharón por ejemplo). Luego se colocan según el gusto, las pasas y se deja reposar la masa tapada con un paño en un lugar calentito para que leude. Se deja leudar hasta que se aprecia visiblemente más grande. La masa se amasa bien sobre una superficie espolvoreada con harina integral. Se divide en 3 partes iguales. Con cada parte se hace tres cilindros largor (como viboritas) de unos 40 cm. Después, sobre un molde previamente cubierto de harina, se hace una trenza. Dejar la trenza tapada con un paño para que leude. Mientras tanto precalentar el horno a 180°C. Esperar a que haya leudado en forma visible. (30-45 minutos)- Batir la yema con la miel y pintar la trenza con esa mezcla. Cubrir con almendras laminadas. Hornear durante 30 minutos.
Dejar enfriar.
Sugiero comer como pan para el desayuno de pascua con mantequilla o queso Philadelfia (muy rico!!)
Huevos de pascua
Preparar una canastita de huevos cocidos teñidos con colores naturales. Color amarillo: huevo cocido en cúrcuma (6 tuberculitos molidos aprox) en 1 litro de agua en una ollita. Color rojo con betarragas (2 molidas en un litro de agua). Color verde: la verdad que logara tenir de verde es muy dificil. Colocar 1 kilo de espinaca en 1 o 1 y 1/2 litro de agua. Si hay ortiga fresca mejor. Se licua todo, se pone a hervir y despues se ponen los huevos a hervir en esa mezcla.
Una vez cocidos los huevos se saca del fuego la preparación y sugiero dejar los huevos dentro de la mezcla hasta que se enfría. Supongo que con huevos blancos los colores se ven mejor. Yo usé huevos de color porque los huevos de gallinas libres son todos de color y me niego a apoyar el maltrato animal.
Después acomodar en una canastita con pasto, paja o acerrín a modo de nidito y ya está !! Hermosos huevos para el desayuno de celebración del Domingo de Pascua.