Regurgitación del lactante 

Reflujo gastroesofágico (RGE) es el paso retrógrado involuntario de contenido gástrico al esófago. Si este RGE es suficientemente intenso para ser apreciado se denomina regurgitación. Es diferente al vómito, que consiste en un reflejo del sistema nervioso central que involucra tanto a la musculatura autonómica como a la esquelética, con expulsión violenta (vómito explosivo) del contenido gástrico, y a la rumiación, que consiste en la masticación y deglución de contenido alimentario retornado a faringe y boca, previamente ya masticado y deglutido. 
La regurgitación de contenido gástrico a esófago, boca o nariz, es común en el lactante, y entra dentro de los eventos normales en lactantes sanos, por lo que no debe considerarse una enfermedad. Es el trastorno digestivo funcional  más común del primer año de vida. No hay que pensar que el contenido del estómago del bebé sea ácido como el del adulto, por lo tanto esto no produce las molestias que le produce el reflujo al adulto con el típico ardor retroesternal. 
Es normal que lo regurgitado tenga olor a yogur…es leche que ha comenzado a fermentarse ya.
Cuando causa complicaciones (el niño vomita tanto que no sube de peso o bien aspira el contenido digestivo hacia el pulmón y puede producir una neumonía por aspiración) o produce daño o inflamación de algún tejido (Ojo padres! eso no pasa casi nunca!) se denomina enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). No se preocupen ustedes en diagnosticar, para eso está el pediatra. Quédense con la idea que si su hijo es un bebé que se alimenta bien, que se ve sano y que regurgita un poco, desde este punto de vista está sano.
 
Criterios diagnósticos 
Debe cumplir los dos siguientes, en un niño sano de 3 semanas a 12 meses de edad: 
1. Dos o más regurgitaciones por día durante tres o más semanas. 
2. Ausencia de náuseas, vomitos con sangre, aspiración, apnea, mal incremento pondoestatural, dificultades de alimentación o deglución o posturas anormales. 
 
Evaluación clínica 
Ocurre en un 41-67% de los lactantes sanos de cuatro meses de edad, momento de mayor expresión, empezando a declinar a partir de los seis meses de edad. 
Su diagnóstico no precisa de exámenes complementarios.
 
La presencia de mal incremento pondoestatural, vomitos con sangre, sangre oculta en deposiciones, anemia, rechazo de tomas o dificultades deglutorias obliga a descartar ERGE. 
Si las regurgitaciones persisten más allá del año de edad, se inician en el periodo neonatal precoz o se asocian a vómitos biliosos, deshidratación u otras complicaciones, debe descartarse una anomalía anatómica del tracto digestivo superior. 
 
Tratamiento 
La historia natural es la resolución espontánea (90% a los 12 meses). 
Es importante que se tranquilicen como familia.  No se requieren medicamentos. Existen multitud de estudios que demuestran una ausencia de beneficio, además de sus posibles efectos adversos, en el uso de medicamentos tipo Omeprazol, incluso en los que se haya sospechado ERGE en base a sus supuestos síntomas. Dada la dificultad de distinguir entre RGE-ERGE y alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV) en los lactantes, se considerará un ensayo temporal con exclusión de las mismas en algunos casos sugestivos (historia familiar positiva, coexistencia de dermatitis atópica o diarrea, etc.)  En mi experiencia, es importante seguir usando el método Pikler en cuanto al desarrollo psicomotor, es decir dejar que los niños se queden en la posición horizontal de (espaldas totalmente planos cuando están despiertos y cuando duermen pueden ponerle una toallita de un lado para que queden oblicuos hacia un lado -ir alternando lados-) y no inclinados ni verticalizados,  porque de ese modo desarrollan mejor la motricidad de las extremidades inferiores. La motricidad de las extremidades inferiores está íntimamente vinculada  con una buena salud digestiva. Por lo tanto de ese modo favorecemos que todo el sistema digestivo del bebé madure y también el reflujo disminuya.
También es importante que el bebé esté en un entorno tranquilo y armónico, que se lo  meza en brazos con un balanceo suave, de movimientos amplios, rítmicos y horizontales (en general se tranquilizan cuando esto ocurre de guatita) y ojalá no acostumbrarlo a sacudidas bruscas y nerviosas, verticales o que se juegue con él, como si fuera pelota, tirándolo hacia arriba en el aire y volviéndolo a tomar.
 
Bibliografía: 
Blesa Baviera L, trastornos digestivos funcionales pediátricos. Criterios Roma lV
Soldner/Stellmann individuelle Pädiatrie, 4.Auflage. Wissenschaftliche Verlagsgesellschaft Stuttgart