La importancia de los ritmos

Los ritmos son inherentes a la vida misma y en todo ser vivo. Si examinamos la fisiología del ser humano podemos observar que cada célula, y cada una de las funciones de los órganos tiene un ritmo particular, el que puede medirse en un minuto, un día, un mes, o un año. El cerebro, corazón, los pulmones, el intestino, el hígado, páncreas, riñones, ovarios, útero, cada uno de ellos tiene su ritmo y función esencial. Sin este ritmo interno, el organismo no funciona, y muere.

Como seres humanos, vivimos en un mundo natural, sujeto también a sus propios ritmos. Como otros animales, aprendemos a adaptar nuestros organismos a estos ritmos naturales: el día y la noche; el verano, el otoño, el invierno y la primavera. Este aprendizaje, el que ocurre en la infancia, es una de las tareas más importantes de la crianza. Un niño que no aprende a adaptar sus ritmos al mundo en el que vive se enferma.

Educación en los ritmos

Para educar a los niños en los ritmos, es fundamental que existan rutinas y horarios establecidos de sueño, comida, juego, escuela, higiene personal, y actividad física. Estos ritmos y hábitos no solo permiten un funcionamiento sano del organismo, sino que también le aportan seguridad y confianza. Los padres tienen en esto una tarea diaria importantísima, ya que imprimen estos ritmos y hábitos en sus hijos y le aportan estructura y seguridad a la vida diaria.

La escuela es normalmente un aliado importante en la formación de hábitos saludables, y le aporta ritmicidad a los días y semanas de los niños. Habitualmente al salir de vacaciones, estos ritmos pueden verse afectados: los niños se duermen más tarde o comen fuera de los horarios, o dedican más tiempo a las pantallas. Los padres deben hacer un esfuerzo especial durante este tiempo de descanso para que el ritmo del año escolar no se pierda, y los niños lleguen sanos y seguros para comenzar un nuevo ciclo.

¿Qué pasa con los ritmos en tiempos de crisis sociales?

Las crisis sociales también son rítmicas, ya que forman parte de la historia de la humanidad desde el principio de los tiempos. Todas las culturas se han visto enfrentadas en algún momento de su historia a guerras, pandemias, sequías, hambrunas, y recesiones. Estos eventos han marcado el fin de una etapa en la historia de un pueblo, y un umbral hacia una nueva vida.

Los últimos meses nuestra sociedad y el mundo vive una época de crisis importante: conflictos entre países con armamento nuclear, el cambio climático y la sequía, revueltas sociales en distintas naciones incluyendo la nuestra, y ahora una pandemia mundial. Los que vivimos en estos tiempos nos sentimos confundidos y temerosos del futuro. No hay que olvidar, como dice Steiner, que aún en épocas bélicas nacen los niños. Estos niños no comprenden el por qué de las crisis, ni la magnitud de lo que ocurre. Su preocupación es cercana y apunta al orden natural: se ven afectados sus ritmos, sus seguros, su confianza.

¿Cómo entonces mantener esos ritmos que cobijan y protegen el alma de los niños de un mundo conmocionado, que afecta su vida diaria de manera importante? En los últimos meses se han publicado artículos que sugieren de formas distintas cómo explicar a los niños lo que sucede, acogiendo sus emociones y usando un lenguaje simple. El problema es que, pese a las explicaciones de sus padres, los niños ven a sus padres afectados, experimentan que la escuela se suspende o que ya no pueden hacer lo que hacían antes. Así, las explicaciones no logran dar la seguridad que buscan.

De esta manera, volver a los ritmos es fundamental en tiempos de crisis. Si la escuela está cerrada, hacer escuela en casa y disponer espacios donde el niño pueda explorar libremente, dibujar, leer, o construir. Si salir a la calle se torna peligroso, salir del encierro a través de un buen cuento, la música y el baile. Las rutinas familiares se vuelven un seguro valiosísimo: sentarse a comer todos juntos y tener una conversación agradable, el rito antes de dormir con algún cuento que los invite a soñar.

Es fundamental que los padres cuiden sus discursos, apaguen pantallas y radios con imágenes y palabras conmocionadas, y hagan de sus hogares lugares de ritos sagrados e inquebrantables. Pese a que la inseguridad e incertidumbre reina afuera, el niño transita seguro porque su mundo sigue su ritmo.

Cuidemos de nuestros niños en tiempos de crisis, para que sean hombres y mujeres fuertes, que refunden el mundo nuevo que quiere nacer.

Bibliografía

Vaca Zeller, C. “Los ritmos.” Ensayo disponible en https://carinavacazeller.wixsite.com/misitio

Steiner, Rudolf. Conferencia: “La Educación y la vida espiritual de nuestra época.” Inglaterra, agosto de 1923.