La importancia del sentido del tacto en los niños
Uno de los primeros sentidos basales de gran importancia es el sentido del tacto, el cual cada vez ha sido más olvidado en un mundo donde prima lo visual y auditivo.
El sentido del tacto abarca mucho más que la mera facultad de sentir con las manos si un objeto es redondeado, liso o áspero; para entender la magnitud de éste, basta con darse cuenta que el órgano del tacto abarca toda la superficie del cuerpo, es decir toda la piel.
A través del tacto el niño recibe información sobre su esquema corporal, lo que le dará un eje, un centro, el primer canal de autopercepción. Esta autopercepción es a su vez la base de la capacidad que desarrollarán más adelante de percepción del otro, es decir, es la base de capacidades sociales tan importantes como percepción del límite / libertad del otro, de la individualidad del otro y el respeto por él.
Es por esto que el tacto es de gran importancia, ya que se considera que la percepción táctil es la resonancia interior del contacto con el mundo físico exterior inmediato. De hecho, la primera experiencia táctil se da en el momento en que el bebé atraviesa el canal del parto, ya que es “apretujado” desde la cabeza hacia los pies, teniendo la primera información sobre sus límites corporales. Considerando lo anterior, cuando un niño tacta su entorno, siente la “colisión” con el mundo material, lo que es vivenciado como una frontera, en donde la piel lo separa del mundo externo y va formando una nítida imagen de su propio cuerpo.
Cada vez aparecen más artículos sobre la “estimulación” de los sentidos de los bebés, lamentablemente esto ha sido interpretado como si se estuviera que estar constantemente estimulando a los niños con trozos de plástico de colores y luces. Debido a esto y a un desarrollo no tan favorable del sentido del tacto, es que cada vez existen más niños hiposensibles (niños que compulsivamente buscan el contacto). Son niños/as que pareciera que no saben hasta donde van sus piernas y andan golpeando objetos o personas, necesitan tocar todo e incluso pueden llegar a “colgarse” de la profesora en muestra de cariño, sin percibir que eso puede producir daño o se “comen los cueritos de los dedos” o se estimulan o golpean a sí mismos en la cabeza por ejemplo o golpean a los otros (no por maldad, sino por no sentir sus límites) o lo abrazan sofocándolos. Por el contrario hay niños hipersensibles (que sienten los estímulos en forma exagerada), por lo tanto “todo les duele” y se inhiben de actuar por ello. Típicamente estos niños frente a casi toda propuesta dicen “no puedo”.
Lo que realmente un niño/a necesita es un entorno acogedor y amigable, ya que a través del contacto seguro y amoroso tendrá la experiencia sobre cuáles son los límites de su corporalidad”. Es por esto que necesitan ser arropados por los brazos de sus padres para percibirse a sí mismos en su individualidad, lo que les permitirá sentir seguridad y bienestar.
La experiencia del tacto bien cultivada es fundamental para los niños miedosos. Por ejemplo masajearlos todos los días con aceite en todo el cuerpo, les da una experiencia de seguridad y bienestar en su cuerpo que los hace sentirse de nuevo confiados en su existencia.
Entonces ¿Qué debemos hacer?
Esta sensibilidad carece de sentido si lo que tocamos es cualitativamente pobre. Es verdad que actualmente es difícil vivir sin el plástico (práctico, barato y llamativo), y que tampoco podemos tener todo de madera, ya que nuestros bosques tampoco darían abasto, pero hay que saber que los niños/as no lo necesitan. El plástico no trasmite experiencias cálidas, es un material frío e inerte que finalmente solo provoca una experiencia vacía.
Hay algunos autores que afirman que si un niño/a sólo ha estado en contacto con juguetes plásticos y ha sido vestido con ropa de fibra sintética, tiene alto riesgo de padecer un trastorno del sentido del tacto, lo que se puede manifestar en niños inseguros, temerosos y/o con dificultades de adaptación social (lo que hoy se conoce como trastorno de integración sensorial).
Por ello es importante que los niños/as estén en contacto con materiales y sustancias nobles, naturales, que han estado integradas a la vida: seda, madera, lana, algodón, rafia etc. Ya que les genera una sensación mucho más profunda y cálida acorde a un desarrollo saludable de sus sentidos.
Juguetes: Sugerimos juguetes simples, elaborados de materiales nobles (ej: autitos de madera, muñecas sencillas de algodón o de lana) que les ofrezca una riqueza de percepciones táctiles, delicadas a través de distintas texturas. Así también jugar con tierra, agua, arena. Otra forma es a través de juegos como túneles de troncos, cajas de cartón, casitas de tela, etc. Que los ayude en el proceso de autoimagen corporal.
También es bastante útil el modelado en cera, barro, greda o amasar pan por ej.
Vestimenta: Es sumamente importante que la ropa de los niños/as sea de materiales tales como algodón, lino, seda, lana, etc. No sólo la ropa que tiene contacto directo con ellos, también lo que los envuelve es reomendable que no sea sintético (las mantas de algodón o lana dan un calor amable que envuelve, que no “cocina”) y que tanto como la ropa de cama como el pijama sea de estos mismos materiales ya que entregan la sensación de un calor y de protección que envuelve
Masajes: También son importantes los masajes antes de dormir con algún aceite (por ejemplo ac. caléndula, de oliva, de coco o el que haya indicado el médico) en la espalda y brazos con movimientos suaves y envolventes, con el fin de apoyarlos en establecer sus limites corporales y a la vez recibir calor y protección por sus padres.
“Mediante el sentido del tacto nos vivenciamos como un yo corporal delimitado en el espacio” R.Steiner
autora: Valentina Figueroa (con intervenciones al texto de Carina Vaca Zeller con permiso de la autora)