Las pantallas tecnológicas y el ser humano en desarrollo

Lo que aquí se va exponer no pretende ser un mandato, sino simplemente la descripción de fenómenos que todos van a reconocer y los pensamientos al respecto (también se mencionan muchos estudios, que pueden encontrar citados en forma precisa en los textos originales de la bibliografía) y ya habiendo cumplido con la tarea de poner estas cosas en la consciencia, dejarlos en su libertad, con la pregunta ¿qué es lo que yo quiero para mis niños y su futuro?
Todo esto además con la consciencia de que lo que se pierde en estos años, lo que no se desarrolla, nunca más se puede recuperar con la misma intensidad y profundidad. Por eso los científicos hablan de ventanas que por un tiempo se mantienen abiertas para las influencias desde afuera y que después se cierran.
“Rudolf Steiner ya pronostica todo lo que hoy está pasando. Y no tiene ningún sentido oponerse a esto, pero si tiene que haber un desarrollo de los seres humanos, que vaya en paralelo que se ponga a la par de esto.” Claro que hay que tener presente la naturaleza del niño, cómo éste se desarrolla, cómo aprende y cuál es el efecto del uso de pantallas en cada etapa. Los niños no son pequeños adultos y de eso se trata este texto.
Estas son palabras de la Dra Michaela Gloeckler, ex-directora de la Sección Médica del Goetheanum (Centro mundial de la Antroposofía en Suiza): Una pedagogía de los medios…premia a los medios como un gran logro de la cultura de la humanidad por todo aquello en lo cual nos ayudan. Yo soy una entusiasta usuaria de internet. Si hay suficientes seres humanos libres, entonces internet es grandioso. Pero si hay puros dependientes, adictos a las pantallas, usuarios que dejan las escuelas, entonces internet es un peligro para la vida. Pero es un instrumento genial para el involucramiento de la sociedad civil, para la conciencia global. También sé la cantidad de tiempo que uno pierde en esto, pero yo creo que nuestro futuro cultural depende mucho de internet. Pero esta extensión inabarcable, tiene que ser compensada por la máxima profundización.
Si bien hay evidencias contundentes sobre el potencial carcinogénico de la exposición a los campos electromagnéticos, no me enfocaré en este daño, ya que considero que los temas escogidos son prioritarios en cuanto a los efectos de las pantallas sobre el ser humano global.
Exposición de los niños a las pantallas
Hoy en día, la tecnología es una herramienta imprescindible para la humanidad. Hemos llegado a un nivel de desarrollo que sin la tecnología, no podría existir y subsistir. Pero es importante que nosotros la usemos a ella para lograr nuestros fines humanos más altos, que no nos esclavicemos de ella y pasemos a ser un mero engranaje en la política de libre mercado.
Los efectos de las pantallas sobre el pensar, sentir, y la voluntad. Sobre el pensar Está demostrado en muchísimos estudios que ver pantallas no favorece el desarrollo intelectual de los niños, ellos tienen peor rendimiento cognitivo en el colegio.
Cuando uno piensa, sin darse cuenta, forma una imagen interior pensante de aquello que tiene como contenido de su conciencia. Así es como comprendemos. Cuando un niño o adolescente está muy acostumbrado a recibir todo en forma de una imagen perfectamente lograda desde afuera, pierde la práctica de formar imágenes propias, por lo tanto no puede entender aunque pueda leer; no puede entender eso que lee sino tiene una imagen desde afuera. Por lo tanto se atrofia la capacidad de pensar. A esto se le llama analfabetismo funcional.
Sobre el sentir
En las pantallas se nos hace sentir lo que los productores quieren hacernos sentir, a través de músicas, efectos especiales, zoom, distintos puntos de vista etc. En la medida que nos vamos acostumbrando a estas imágenes, cada vez nos insensibilizamos más, por lo tanto los estímulos deben ser más fuertes para despertar nuestra emoción. Con las pantallas por lo tanto, se atrofia la capacidad de sentir. Ya no se es capaz de sentir de una manera sutil porque el sentir suele estar embotado.
Cuando se escucha o se lee una historia, por ejemplo cuando aparece un ser malavado-horrible, uno se lo imagina tan horrible como es capaz de tolerarlo. En las imágenes de pantallas, se nos impone una imagen que muchas veces no somos capaces de tolerar – en el mejor de los casos nos tapamos los ojos- para que no nos dañe. Cuando es una imagen que no hemos sido capaces de «metabolizar», ella «nos persigue» y no nos la podemos sacar de encima.
Sobre la voluntad
Al mirar una pantalla, no tenemos que hacer absolutamente nada. Ni siquiera tenemos que acomodar el ojo porque la distancia que nos separa de la pantalla es siempre igual, a pesar de un supuesto cambio en las profundidades que se mira. Está comprobado que las ondas del electroencefalograma al mirar pantallas son parecidas a las que se producen durante el estado de hipnotismo. Se gasta menos calorías viendo pantallas que durmiendo, esto comprueba el nivel de inactividad tan grande del que somos presos al mirar pantallas. Ya no hace falta esforzarse para nada, tocando la pantalla con un deslizamiento de dedo se logra lo que uno quiere, o al menos la ilusión de lograr lo que uno quiere. En la vida real uno tiene que esforzarse para lograr las cosas. Así se genera un alto nivel de inactividad y de comodidad. Esto está muy asociado a la alta tasa de obesidad que hay hoy en día. Está comprobado que a más horas de pantalla existe mayor índice de obesidad. Nuestra voluntad, nuestra capacidad de hacer, se atrofia claramente con el uso de las pantallas.
Esto además produce un alto índice de intolerancia a la frustración. Hoy en día los niños ya no están preparados para vencer los obstáculos y las dificultades de la vida real, donde no todo se resuelve deslizando el dedo. Por lo tanto los niños se frustran y ofuscan si algo no les resulta en el primer intento. Se sabe que una personalidad es más madura, mientras mejor tolere las frustraciones. Debemos preparar a nuestros niños para su vida.
La forzada falta de movimiento que se produce frente a la pantalla, con derecho se puede ver como violencia ejercida hacia los niños.
Con las pantallas, se reciben 24 imágenes por segundo. Todo eso se sumerge en el inconsciente y genera gran inquietud. Al apagar la pantalla, por el acostumbramiento a recibir ese tipo de estímulos, se quiere reproducir esta experiencia pero sin las pantallas (además con una voluntad debilitada), se va de estímulo en estímulo sin poder profundizar en ninguno. Esto es lo que hoy en día llamamos déficit atencional con hiperactividad.
Visión y pantallas
El mirar es un proceso activo, en donde los músculos oculares fijan distintos puntos de la imagen total, es como que fueran tactando desde diferentes lados, para formar una imagen entera. Al mirar pantallas esto no se puede hacer, ya que los puntos de los que se forma una imagen van cambiando 24 veces por segundo y esto no permite que el observador palpe con sus ojos como lo hace habitualmente con otras imágenes que no se modifican tan velozmente. La imagen de la pantalla se genera sobre la retina sin activar los habituales movimientos oculares. La pupila se estrecha al mirar pantallas. La amplitud de la pupila no obstante, muestra el grado de actividad cerebral y de vigilia. Cuando se reduce la actividad ocular, está inmovilidad se vierte a todo el cuerpo. Este estancamiento en el movimiento se ve en los niños, que habitualmente muestran gran alegría por moverse, que pueden estar incluso horas inmóviles frente a la pantalla. Esto es lo que Patzlaf llama “la mirada congelada”.
Movimiento exterior e interior
«Se sabe que el movimiento, los movimientos físicos diestros son los que más estimulan al sistema nervioso. Imagínense lo que ocurre frente a la pantalla, en que se está todo el tiempo quieto. También es importante que haya movimiento anímico. Es decir una clase -por ejemplo- tiene que realmente interesar, entusiasmar, emocionar de distintas maneras a los niños. Tiene que producirles realmente movimientos anímicos, donde ellos estén profundamente involucrados en lo que se les enseña. Y lo que se aprende que nunca sea aburrido. Ese es el único remedio contra la dependencia a las pantallas.»
¡No es el contenido lo que más daña a los niños!
Para los adultos es obvio que un contenido agresivo, superficial y con características nefastas no sea beneficioso para los niños, pero lo que no es tan evidente es que lo más dañino no es el contenido sino la pantalla en sí. El dañar las tres facultades del alma, es decir el pensar, el sentir y la voluntad humanos es el daño más grande que se le puede hacer un ser humano.
En el electroencefalograma se ve que mirando pantallas, las ondas beta de la atención y de la vigilia disminuyen y aumentan las ondas alfa, que son las que habitualmente aumentan en la oscuridad o con ojos cerrados. Además se produce una inmovilidad de los movimientos oculares, disminuye el índice metabólico y disminuye la frecuencia cardíaca; por lo tanto el observador es llevado a un estado de conciencia crepuscular. No es de sorprender que mirando pantallas se gasten menos calorías que sin hacer nada o durmiendo. ¡Hay que imaginarse ese grado de inactividad! Pero para mantener la atención del observador se realizan distintos cortes en la imagen, iluminaciones exageradas o efectos especiales con la luz o el sonido, movimientos de la cámara, zooms, tomas desde distintos puntos de vista, en un intento por mantener despierto al espectador. La voluntad de mirar se entrega a la máquina y se imita a una marioneta, con la ilusión de que aquí uno mismo es activo. Las técnicas de cámara son instrumentos de manipulación, que no sólo generan estrés, sino que también pueden ser malusados.
Cómo se produce el proceso de conocimiento el niño pequeño
El niño en la primera etapa no aprende con la cabeza sino con el cuerpo completo. El niño no se enfrenta al mundo en forma dualista, con la mente que piensa, registra y asimila. El niño se conecta físicamente con las cosas. El niño toma y capta en su consciencia sólo aquello, que anteriormente pudo tomar y tocar físicamente; él entiende recién después de haber aprendido a pararse y a caminar. Toda experiencia a esa edad es de los sentidos, concreta.
Todas las experiencias iniciales tienden a conformar nuestro cerebro y nuestra forma de conocer el mundo. Cuando uno conoce desde la experiencia, el pensar, el sentir y la voluntad suelen consonar. Cuando se conoce sólo desde la cabeza suele haber después una contradicción entre lo que se piensa y lo que se siente y lo que se hace por otro lado, ya que el conocimiento no ha permeado al ser humano entero. Éste es el problema más grande de los seres humanos en la actualidad: la falta de coherencia.
En los niños pequeños por ejemplo si están conociendo un vaso con agua adentro, lo pueden mirar por todos lados lo pueden tocar, pueden sentir su textura, su temperatura, pueden meter el dedo adentro del agua y mojarse, pueden olerlo etc. Cada una de estas experiencias activan vías nerviosas muy distintas. Todas ellas tienen que integrarse y desde allí se forma el concepto vaso con agua de una manera muy rica, desde la complejidad de la realidad con sus múltiples aspectos. Cuando uno conoce un vaso con agua a través de una pantalla sólo se usa un sentido, sólo se usa un punto de vista y todos los otros sentidos no son usados. Por lo tanto se usa sólo un circuito neuronal y el conocimiento adquirido de esta manera es muchísimo más pobre y plano. Así se va formando el cerebro de los niños de manera más rica, compleja y vívida o de una manera plana, pobre, monótona y no acorde a la realidad.
Hasta los tres años de vida, se producen sinapsis neuronales, que si se inhiben, no se pueden desarrollar más en una vida posterior. Hasta el cuarto año de vida se desarrolla la postura erguida, el caminar y la coordinación de las manos. Hasta el décimo año de vida se desarrolla la motricidad fina de las manos y de los miembros, que deben ser estimulados de múltiples maneras. Hasta el cuarto año de vida se desarrolla la agudeza visual y la capacidad espacial de percepción, pero el manejo de la musculatura del ojo para mirar recién está plenamente a disposición a los 18 años.
Los niños deben aprender no sólo con la cabeza, sino que tienen que experimentar algo con todo el cuerpo. El mirar una playa con palmeras, después una gran ciudad de noche, el niño no los puede entender. Su mundo es el espacio de la habitación en donde se encuentra la pantalla. Se produce una división patológica en el proceso de percepción que afecta al desarrollo de su cerebro.
El niño hasta los 6-7 años debe aprender imitando. Es decir, moviéndose. Él debe tener seres humanos con comportamientos dignos de ser imitados. El niño pequeño hace algo, porque lo hace, siente algo y porque siente, se genera un pensamiento al respecto. En el adulto es al revés (idealmente). El adulto comprende algo en su pensamiento, porque lo piensa, lo siente y porque lo siente lo hace. Por eso el tratar de enseñar desde la cabeza a un niño pequeño no es fisiológico y acorde con su desarrollo, más bien va en contra de él. ¡Los adultos tienen que enseñar con el ejemplo! La mejor educación de un niño pequeño, se logra mediante la autoeducación del adulto.
Los niños pequeños necesitan ver a adultos haciendo tareas con sentido. Para ellos, tareas con sentido no son estar frente a una pantalla, sino transformar materias, como cocinar, limpiar, trabajar en las plantas, hacer la cama etc…
Las imágenes de la pantalla no nos dan una percepción real
La pantalla con la tecnología de hoy, la tecnología oled, nos da percepciones ilusorias. Las tecnologías de pantallas han evolucionado en el tiempo: primero se usó en la TV el tubo de rayos catódicos, luego se produjeron las siguientes tecnologías para las pantallas: LCD, LED, Quantum Dot y ahora el OLED.
En cualquiera de las últimas tecnologías de pantallas, de lo que se trata es de píxeles, es decir de puntos sobre una superficie con colores que nos dan la ilusión de una imagen completa. Cuando vemos un movimiento en la pantalla, tanto mis ojos como mi cerebro están siendo engañados y se me da la ilusión de un movimiento. En realidad lo que estoy viendo son muchas imágenes quietas un modo muy rápido una detrás de la otra. Se me muestra 24 imágenes por segundo. Para mis ojos es como si estuviera viendo un objeto en movimiento.
La segunda es la ilusión del color. En la tecnología oled cada pixel se divide en tres subpixeles de color rojo, verde y azul, que se prenden de manera independiente y se combinan con distintas intensidades entre sí. Cuando vemos blanco por ejemplo, en verdad cada pixel tiene al máximo prendido el color rojo, verde y azul. Con la combinación de diferentes intensidades de cada uno de estos tres colores, se puede generar la ilusión de millones de colores.
Cómo relacionar a los niños a las pantallas para que no les haga tan mal
En general, los niños si se les ofrece una opción mejor que las pantallas, prefieren esa opción. Eso implica un poco de incomodidad para los padres o cuidadores. Les ruego: ¡No dejemos a nuestros niños como con un chupete electrónico frente a la pantalla! Sugiero que antes de los tres años los niños no estén en contacto con pantallas. Después hay que tener un contacto que sea lo más medido posible, ya que si a los niños se los priva totalmente del contacto con las pantallas, cuando ven alguna, se quedan prendados de ella sin poder despegarse, ya que no han desarrollado herramientas propias para poder hacerlo. Si se los deja ver un poco, esto funciona al modo de vacuna. Además los niños que ven un poco ya sienten que ven pantallas al igual que los otros niños y que no es un elemento prohibido misterioso, al que ellos no tienen ningún acceso y los otros niños sí, «lo cual a la larga puede llevar al niño a ver televisión escondidas, en forma extensa y descontrolada.» Así ellos sienten que ven pantallas igual que otros niños, pero no les alcanza a hacer tan mal, porque es por poco tiempo.
Un acercamiento racional y natural al aparato objetiva el tema televisión para el niño y es al mismo tiempo una preparación para el uso responsable de este medio para la entrada a la adultez.
Mis sugerencias son (tomando en cuenta la suma del tiempo de todas las pantallas):
– niños de 3 a 4 años, máximo 15 minutos por día
– niños de 4 a 5 años, máximo 20 minutos por día
– niños de 5 a 6 años, máximo 25 minutos por día
– niños de 6 a 8 años, máximo 30 minutos por día
– niños de 8 a 9 años, máximo 45 minutos por día
– niños de 9 a 11 años, máximo una hora por día
– niños mayores de 11 años, máximo una hora y media por día.
Esto funciona de tal modo que si un niño que puede ver 30 minutos máximo, un día vio una película que dura una hora, entonces se consumió el crédito del día siguiente y por lo tanto al día siguiente le toca no ver nada de pantallas. Si un día no ve pantallas, entonces mucho mejor. Esto no significa que se acumula permiso extra para el día siguiente.
«Los adultos debieran considerar su deber el acompañara el niño cuando este ve televisión, incluso cuando se trata de un programa netamente infantil. Un niño casi siempre tiene preguntas y observaciones que quiere comentar con un adulto. Esto debe ser posible para que las imágenes no lo abrumen, sino que haya una comprensión de lo visto. Los comentarios de lo que se ve, se van haciendo según la edad del niño. Con un niño de diez años o mayor se puede ver con él por ejemplo las noticias o una película y se puede llevar la atención a los trucos de los directores para alcanzar ciertos efectos, los sentimientos inconscientes a los cuales apela la propaganda, cómo se influencia al espectador con el movimiento de la cámara, una música determinada etc. Mientras más observaciones haga el adulto, más conscientemente aprende el niño mayor o adolescente a ver pantallas. Después de ver la programación, pueden conversar sobre lo que han visto juntos.
Nuestro cerebro, al igual que un músculo, si se lo utiliza se estimula su desarrollo; si no se utiliza, se atrofia. Las sinapsis se transforman continuamente según si se las utiliza o no se las utiliza. Cuanto más superficialmente se trate una materia, menor será el número de sinapsis que se activa en el cerebro, por lo tanto se aprende menos. Por este motivo los medios digitales e Internet producen un efecto negativo en el aprendizaje. Todo es superficial como experiencia por medio de las pantallas. No hay una experiencia rica y profunda, que realmente deje una huella.
Los computadores procesan informaciones; las personas que aprenden, también (aunque de un modo más complejo). De ahí se deduce erróneamente que los ordenadores son estupendas herramientas para el aprendizaje. El aprendizaje presupone un trabajo intelectual autónomo. Cuanto más y sobre todo cuanto más profundamente trabajamos con la mente una materia, tanto mejor la aprendemos. Justamente porque los computadores nos quitan trabajo mental (entre otros), no sirven para un aprendizaje de mayor calidad.
Hay estudios que muestran un efecto comparativo del aprendizaje asistido por el computador versus el aprendizaje sin computador y se muestra que el aprendizaje asistido por computadora, produce un efecto negativo en el rendimiento.
Es fundamental que los momentos de despertar y de dormirse sean momentos muy cuidados y que no se vea pantalla apenas los niños despiertan o antes de dormir. Este hecho influirá decisivamente tanto en la cualidad de su día, como en la cualidad de su sueño.
Patzlaf: Una vez desarrolladas las capacidades de creatividad y actividad propia del niño, los padres pueden tomar con calma el hecho de que su hijo vea un poco de televisión en algunas ocasiones. Un niño fortalecido interiormente no se verá dañado por esto, sobre todo cuando el adulto lo dosifica bien.
Evidencias científicas de la relación de las pantallas con el TDAH
Según una revisión de la literatura científica disponible, la exposición en la infancia y adolescencia a la televisión se relaciona con un riesgo elevado de desarrollar problemas de atención, dificultades escolares, comprensión lectora deficiente y otros trastornos comunicativos, existiendo una relación directa entre el número de horas de exposición con el fracaso académico; además el trastorno por déficit de atención e hiperactividad sería un factor de riesgo de adicción a Internet y juegos, existiendo evidencia sobre la asociación entre adicción a videojuegos y TDAH. Sólo un pequeño número de artículos desacreditaron la asociación entre la pantalla y los problemas de atención o trastorno de déficit de atención hiperactividad. Conclusiones: existe una particular relación entre el uso excesivo de pantallas y los problemas de atención y TDAH, considerándose un factor de riesgo para su desarrollo.
Cómo manejar el tema de las pantallas en los adolescentes
Según Patzlaf entre los 15-16 años debiera haber desarrollado el joven la capacidad de criticar lo suficiente, para usar el medio de las pantallas en forma responsable. Si la niñez fue rica en el juego, movimiento, música y fantasía, imágenes interiores y experiencias sensoriales, entonces los padres pueden confiar en que su hijo o hija encontrará su propio camino.
En la adolescencia en general se cosecha los frutos de lo que se sembró durante la educación en la niñez. Un adolescente sano debiera estar lleno de ideales, sumido en todo tipo de lecturas, con grandes intereses sociales por ayudar al otro y transformar el mundo; ojalá además supiera tocar bien un instrumento y usara gran parte de su tiempo libre en practicar música. Sería deseable que también gozase con la actividad física. Los adolescentes que ven mucho tiempo de pantalla por día, están muy desmotivados en general, nada les interesa mucho excepto la pantalla, ya no son capaces de leer un libro, les interesa más relacionarse con la gente a través de las redes sociales que a través de un contacto personal directo. Está demostrado que tienen peor rendimiento académico, que tienen mayor índice de depresión, de adicción a la pantalla entre otras, de trastornos severos del sueño y que tienen pocas habilidades sociales. Esto no es un estado transitorio, son las capacidades de la vida que estamos formando para cuando los jóvenes sean adultos y para toda su vida.
A los adolescentes les importa mucho su libertad. Cuando uno les hace ver que con el consumo excesivo de pantallas no están siendo libres, no están manejando a las pantallas de acuerdo a lo que ellos deciden, sino que están siendo dependientes de ellas y que por lo tanto están perdiendo su libertad, esto les causa repulsión y les produce un despertar.
Aprovechemos las grandes cualidades de la adolescencia: la creatividad, el idealismo, el afán generoso transformador hacia el bien y entreguémosles a nuestros adolescentes oportunidades para desarrollarse en este sentido, como seres humanos que se encaminan a ser seres productivos, en el mejor sentido de la palabra para este mundo, lo que antes se llamaba hombres de bien. No dejemos que un adolescente se pierda como ser humano y que el mundo pierda la posibilidad de tener un gran ser humano en él.
La cultura de las pantallas
Hoy todo es diferente a cómo era antes y es cierto que los tiempos cambian, pero debemos saber cuáles cambios son evolutivos y cuáles nos llevan al decaimiento como humanidad. Por ejemplo el sueño es indiscutiblemente un tesoro a cuidar, también lo son nuestras capacidades sociales.
Un estudio hecho con niños entre 8 y 12 años de edad, demostró que el consumo frecuente de redes sociales tiene un influjo desfavorable en las relaciones sociales exitosas. Aquellos que hablaban más directamente con otras personas, tienen más éxito en sus relaciones sociales.
Quien ve más vídeos, quien tiene su propio móvil, quien tiene una televisión en su propio cuarto, quien más frecuentemente está en línea, esa persona duerme menos. Por el contrario, quien tiene más amistades en el mundo real, duerme más. El hecho de que la utilización de los medios digitales esté vinculada a una menor cantidad de sueño da motivos para preocuparnos por la capacidad de rendimiento mental de la próxima generación. No sólo la cantidad, también la cualidad del sueño se afecta. A mayor consumo de pantallas se producen más terrores nocturnos, más pesadillas y sueño inquieto -no reparador-.
La melatonina es la hormona que regula el ciclo sueño-vigilia. La luz que emiten las pantallas es muy intensa y directa a los ojos, lo que posterga el inicio de la secreción de melatonina y genera un retraso en el comienzo del sueño y produce además un sueño de peor calidad.
Quien adquirió sus competencias sociales de una manera tradicional, cara a cara, apenas resultará perjudicado por las redes sociales y las utilizará cómo utiliza el teléfono o el correo electrónico personalizado. En cambio quien apenas tuvo posibilidad de desarrollar una conducta social y de niño o adolescente realiza la mayor parte de sus contactos sociales en internet, posee las condiciones para que su conducta deje mucho que desear. Los estudios más recientes sugieren que las áreas del cerebro responsables de la conducta social, no se desarrollarán normalmente con el uso creciente de pantallas; además aumenta la soledad, la incapacidad de relacionarse con seres humanos en vivo y el índice de depresión.
Adicción las pantallas
De la misma manera que ha disminuido el consumo de nicotina, alcohol y otras drogas, la adicción a las pantallas ha aumentado de una manera dramática. A su vez se muestra cada vez más, un gran aislamiento social. Las redes sociales digitales producen contactos de menor calidad y superficiales.
En Estados Unidos los adolescentes pasan más tiempo usando los medios digitales, aproximadamente siete horas y media al día, que durmiendo, según muestra un estudio llevado a cabo con más de 2000 niños y adolescentes entre los ocho y los 18 años. En Alemania los escolares pasan más tiempo consumiendo medios que en la escuela, casi cuatro horas.
En Corea del Sur por ejemplo, el país con mayor densidad de medios digitales en las escuelas, en el año 2010 el 12% de los escolares eran adictos a internet.
La tecnología es tan estimulante que aumenta los niveles de dopamina, el más implicado neurotransmisor del placer en la dinámica de la adicción.
Este efecto adictivo es la razón por la que se ha llamado a las pantallas como “la cocaína electrónica”.
«Los cambios sorpresivos señalan un peligro posible, por eso el cuerpo reacciona activando sus fuerzas para una posible huida o movimiento para ponerse a salvo. Para tales efectos secreta cortisol y adrenalina. Éste reflejo se usa por los productores, para que el espectador se mantenga siempre interesado. Ellas se activan delante de la pantalla en cuanto se produce un cambio inesperado en la conducción de la imagen y es más fuerte cuanto más fuerte sea el cambio.» Uno se acostumbra a la sensación que deriva de estas hormonas y hay que subir la dosificación, es decir se aumenta la frecuencia de cambios de imágenes, se sorprende más frecuentemente al espectador. Entonces las hormonas cortisol y adenalina, solamente pensadas para circunstancias excepcionales, tienen efectos tóxicos y catabólicos (de desgaste) y producen en el cuerpo un estado permanente de estrés. El estrés se sabe hoy en día que es la causa principal de muchas enfermedades de la civilización moderna.
¿Qué hacer con el niño?
Como dice Patzlaf “no hay mejor inversión en el futuro de su hijo que leerle o contarle un cuento cada día, en vez de dejar ese papel a los medios, cantar con él, involucrarlo en las labores diarias, organizar pequeños juegos de movimiento o trabajos manuales, que el niño puede seguir por sí mismo. Sin embargo el adulto no debe malinterpretar su papel como el del animador, que trata de mantener al niño entretenido a través de acciones sin pausa. De esa forma haría una especie de televisión en vivo y no estimularía para nada la actividad propia del niño. Se trata de despertar el impulso natural del niño a la actividad y llevarlo en la dirección correcta. Esto no le exige necesariamente al adulto mucho tiempo, sino un poco de sensibilidad e imaginación. Una vez en el camino, el niño sabe muy bien entretenerse solo”.
Mensaje a los papás
Los padres (salvo raras excepciones) quieren lo mejor para sus hijos, eso me consta por mi consulta diaria de pediatría. Pero a veces están mal informados con respecto a cómo pueden influir ciertos factores en el desarrollo de sus niños o lo saben a medias y no le dan el verdadero peso a las consecuencias que ello pudiera tener -hay una tendencia a pensar que si la mayoría lo hace no debe ser tan malo-. Al decir que las pantallas dañan el pensar, el sentir y la voluntad humana se está hablando de un daño de palabras mayores para el ser humano. Las pantallas no solamente influyen decisivamente en la génesis de la hiperactividad y el déficit atencional de nuestros niños, sino que nos ponen frente a la disyuntiva de formar seres humanos que se encaminan hacia su libertad o a formar autómatas de la cultura imperante.
Por supuesto que la tecnología ya es parte inherente a nuestra vida cotidiana y la necesitamos. Pero es muy diferente ser un adulto que la utiliza libremente a ser un niño aún no formado, al cual lo va formando cada experiencia que tiene. Debemos llegar a formar a nuestros niños como seres humanos capaces de ser libres, que hagan uso de la tecnología y no sean usados por ella. El pensamiento tan básico de que a un arbolito tierno hay que ponerle un tutor para que soporte las inclemencias del tiempo, lo tenemos para las plantas y no lo aplicamos a nosotros, seres humanos, que somos mucho más complejos y como seres vivos, somos los que requerimos de cuidados durante más tiempo hasta llegar a la madurez. Una vez que el árbol es fuerte, tiene una corteza dura, un tronco firme ya puede resistir inclemencias del tiempo muy duras. Mucho más debemos pensar así con nuestros niños.
Como adultos, tenemos una responsabilidad suprema para los seres humanos en cierne. El mayor desastre ecológico es formar seres humanos que no sean plenamente humanos. Los invito a realizar un acto supremo de amor por este mundo y nuestra evolución, ¡contribuyamos a que nuestros niños se desarrollen su humanidad plena!
Carina Vaca Zeller
Selección y traducción libre ( de Carina Vaca Zeller) – de algunas fuentes bibliográficas-
1 Manfred Spitzer (médico, científico especializado en neurociencias, director médico de la Clínica de psiquiatría y psicoterapia de la Universidad de Ulm en Alemania)
Del libro Demencia Senil
Mientras que el consumo de alcohol, nicotina, así como de otras drogas blandas y duras ha retrocedido, la adicción a los juegos de ordenador y a internet ha aumentado de forma dramática.
En Estados Unidos los adolescentes pasan más tiempo usando los medios digitales, aproximadamente siete horas y media al día, que durmiendo, según muestra un estudio llevado a cabo con más de 2000 niños y adolescentes entre los ocho y los 18 años.
En Alemania los escolares pasan más tiempo consumiendo medios que en la escuela, casi cuatro horas.
El cerebro se halla en una transformación permanente debido a su uso. Percibir, pensar, experimentar, sentir y actuar, todo esto deja tras de sí determinadas huellas de la memoria. Hoy día se puede fotografiar e incluso filmar las sinapsis que trabajan en el cerebro y que son moldeables y transformables de acuerdo a los procesos aprendizaje.
El cerebro sólo hay una cosa de la que no es capaz: no aprender, entonces el tiempo empleado con los medios digitales también tiene que dejar su huella.
Un computador en casa conduce a peores rendimientos escolares. Esto queda demostrado en el cálculo y en la lectura.
La utilización de computadores en edades muy tempranas en la guardería puede motivar trastornos de atención y a una edad posterior, todavía en edad preescolar, puede conducir a trastornos de la lectura. En edad escolar se está observando cada vez un mayor aislamiento social como muestran estudios norteamericanos y alemanes.
Las redes sociales digitales no conducen a más contactos de mayor calidad sino al aislamiento social y a contactos superficiales.
La capacidad de orientarse reside en una parte muy concreta del cerebro: el hipocampo. Se sabe que las personas tienen que orientarse en un terreno desconocido con ayuda del hipocampo. Mientras más lugares se graben en la memoria, tanto más grande se vuelve el hipocampo. Así en la persona que aprende malabarismos, aumenta el volumen de los sectores del cerebro encargados del procesamiento del movimiento visual y ese aumento es cuantificable. Los músicos resultan ser excelente sujetos de experimentación a la hora de investigar procesos de aprendizaje. La persona que aprende a tocar el violín o la guitarra agranda el área encargada de los dedos de la mano izquierda. Los estudiantes de medicina también tienen que memorizar muchísimos datos y en ellos se muestra también que el volumen del hipocampo es mucho mayor.
Nuestro cerebro funciona de manera similar a un músculo: si se utiliza crece; si no se utiliza, se atrofia. El cerebro no es sólo el órgano más complejo de nuestro cuerpo, sino que también es el más dinámico. Se transforma con su uso. El cerebro se transforma durante el trabajo mental a través de las denominadas sinapsis.
Se sabe que sólo crecen los músculos que se entrenan. Con el cerebro ocurre lo mismo, no es que crezca el cerebro de tamaño debido a una utilización intensa, pero aumentan la sinapsis.
Las sinapsis se transforman continuamente dependiendo de si se utilizan.
Las vivencias, pensamientos y acciones dejan huellas en el cerebro, las huellas de la memoria. Esto ocasiona que los impulsos se abran paso por el cerebro a través de caminos trillados. Estos caminos trillados son estructurales. La formación de estas huellas se denomina neuroplasticidad o bien simplemente aprendizaje.
El hipocampo posee una función clave en la formación de nuevos contenidos en la memoria. Otra particularidad del hipocampo consiste en que, a diferencia de lo que ocurre en casi todas las demás regiones cerebrales, vuelven a crecer neuronas durante toda la vida. Así como en el hipocampo se extinguen las neuronas con suma facilidad, por otro lado también vuelven a crecer neuronas durante toda la vida. Además se pudo demostrar que estas neuronas de nueva formación disponen de una capacidad especial para aprender. Las neuronas nuevas del hipocampo sólo permanecen con vida, si se las pone verdaderamente a prueba con tareas difíciles.
Cuanto más superficialmente trato una materia, menor será el número de sinapsis que se activan en el cerebro, con la consecuencia de que se aprende menos. Justo por este motivo, los medios digitales, internet tienen que producir por fuerza un efecto negativo en el aprendizaje.
Cuando se hizo el proyecto “One laptop per child”, que consistía en conseguir computadores a bajo precio para todos los niños en edad escolar en países en vías de desarrollo, en las evaluaciones existentes de estos proyectos en Perú y Uruguay y en otros lugares se vio que los escolares con portátil no sacan mejores notas en exámenes similares que los escolares sin portátil y muestran menor agrado al hacer las tareas. En Corea del Sur por ejemplo, el país con mayor densidad de medios digitales en las escuelas, en el año 2010 el 12% de los escolares eran adictos a internet.
Casi todos los estudios sobre el éxito en el aprendizaje con la introducción del ordenador en la escuela fueron impulsados y patrocinados por la industria de los ordenadores y las compañías telefónicas y no por casualidad.
Se ha publicado en buenas revistas especializadas, que no existe ninguna prueba de la eficiencia de los ordenadores para el aprendizaje en la escuela. En efecto, actualmente sigue sin haber un estudio independiente que haya demostrado incuestionablemente que el aprendizaje se vuelve más eficiente sólo por el hecho de introducir ordenadores y pantallas en las aulas. El efecto deficiente de internet sobre la educación fue denominado ya en 1998 la “paradoja de internet “.
En cambio hay estudios que demuestran lo contrario, es decir que las tecnologías de la información tienen un efecto negativo sobre educación.
Se ha comparado el aprendizaje con ordenador versus el aprendizaje sin ordenador y se demuestra que el aprendizaje asistido por el ordenador, produce un efecto negativo en el rendimiento.
También las investigaciones han llegado a la conclusión de que lo ordenador en el hogar se utiliza principalmente para jugar, de ahí que se reduzca el tiempo dedicado a la aprendizaje escolar.
En 2010 se hizo un estudio en Cambridge, Massachusetts con medio millón de niños escolares entre los 11 y los 14 años. La pregunta era si la utilización de computadores en casa conduce a una mejor formación en los escolares. El resultado: la adquisición de un computador y la conexión a internet condujeron a una reducción de los rendimientos escolares. Este estudio reveló también, que la red no forma a las personas sino que las estupidiza con más entretenimiento y los autores aportan pruebas de tal cosa.
Otro estudio realizado con más de 900 escuelas en Portugal entre los años 2005 y 2009, mostró que los escolares de 15 años mostraban un claro empeoramiento de los rendimientos escolares, cuanto mayor era la utilización de internet. Este efecto era mayor entre los varones que entre las niñas. Los varones utilizan la red para fines de ocio más que las niñas. Además se vio que aquellas escuelas que mostraban malos datos ya antes de la introducción de la banda ancha en el año 2005, fueron las que más padecieron. Es decir acá se ve el trasfondo del abismo digital. Con ello se refieren al hecho de que el acceso a la red entre los pobres y ricos por la conexión de las escuelas a internet no reduce el abismo digital sino que lo aumenta.
Los ordenadores procesan informaciones; Las personas que aprenden, también. De ahí se deduce erróneamente que los ordenadores son estupendas herramientas para el aprendizaje. El aprendizaje presupone un trabajo intelectual autónomo. Cuanto más y sobre todo cuanto más profundamente trabajamos con la mente una materia, tanto mejor la aprendemos. Justamente porque los ordenadores nos quitan trabajo mental, no sirven para un aprendizaje de mayor calidad.
No existe ninguna prueba suficiente para afirmar que las tecnologías modernas de la información mejoren el aprendizaje en la escuela. Conducen a un pensamiento superficial, distraen y tienen además unos efectos secundarios indeseables que van desde meros trastornos hasta la pornografía infantil y la violencia. Todo esto resulta de los mecanismos de acción del trabajo intelectual en nuestro cerebro y de las repercusiones que tiene el hecho de ceder el trabajo mental al ordenador.
Si no utilizamos nuestro cerebro, entonces tampoco se origina en él ninguna huella, es decir, no aprendemos nada.
Cuando se almacena un trabajo intelectual en soportes digitales o en la nube se produce una escasa utilización inmediata del cerebro. Cuando sabemos que hemos guardado algo en alguna parte, ya no nos rompemos la cabeza con ello. Nos despreocupamos frente a la memorización, porque luego podemos reencontrar todo en la red. Por consiguiente se va perdiendo a la larga el conocimiento de experto que, sin embargo, necesito justamente si quiero manejar internet con sensatez. Con ello reduzco mis posibilidades futuras de un trabajo intelectual autónomo en la red y en donde sea y reduzco la utilización de mi memoria, pues los adultos aprenden sobre todo conectando las informaciones nuevas con las existentes. Mediante esta actitud general entrego unos controles que poseo sobre mí y mi actividad mental consciente.
Anonimato
Hay que constatar que el computador e internet representan unos vehículos increíblemente poderosos para el anonimato. Si nadie sabe quién es uno en realidad, también puede comportarse mal sin sufrir las consecuencias. Los daños ocasionados por la delincuencia en Internet son cuantiosos. Incluso las personas normales no se toman muy en serio las normas morales; en tanto están en línea engañan más o matan, como pudo demostrar un estudio comparativo entre conversaciones personales reales y las comunicaciones por correo electrónico. Internet posibilita el fraude de los rendimientos intelectuales en el ámbito académico. Esto sucede a gran escala.
El anonimato que posibilitan los medios digitales también conduce a que los adolescentes se dejen arrastrar a conductas que no manifestaban anteriormente por miedo al control social. Una de ellas es el bullying en Internet, es decir, el acoso, el hostigamiento, la coacción o la difamación de una persona.
Además del anonimato, también es responsable de este estado de cosas la creciente incompetencia social de los usuarios jóvenes.
Las redes sociales en línea satisfacen las necesidades básicas de contacto con nuestros semejantes.
Un estudio hecho con niños entre 8 y 12 años de edad, demostró que el consumo frecuente de redes sociales tiene un influjo desfavorable en las relaciones sociales exitosas. Aquellos que hablaban más directamente con otras personas, tienen más éxito en sus relaciones sociales.
Quien ve más vídeos, quien tiene su propio móvil, quien tiene una televisión en su propio cuarto, quien más frecuentemente está en línea, esa persona duerme menos. Por el contrario, quien tiene más amistades en el mundo real, duerme más. El hecho de que la utilización de los medios digitales esté vinculada a una menor cantidad de sueño da motivos para preocuparnos por la capacidad de rendimiento mental de la próxima generación.
En este estudio sólo el 10% de las personas encuestadas admitieron que sus amistades en línea les trasmitían sensaciones positivas. Hasta las usuarias más empedernidas de los medios admitieron que experimentan sensaciones positivas sobre todo a través de amistades personales en el mundo real. En cambio para el 50% de los encuestados, las sensaciones negativas están unidas a los contactos en línea. Éste estudio desenmascara esto como pura propaganda comercial vacía cuando está ligada a redes sociales. ¡En verdad las redes digitales sociales hacen que nuestros niños y adolescentes sean solitarios infelices!
Algunos estudios demuestran que el cerebro en los primates y también en los seres humanos crece allí donde se lo utiliza. También se puede decir lo inverso, cuando no se utiliza el cerebro, entonces se atrofia. Esto vale no solamente para el aprendizaje, sino también para las habilidades sociales, es decir la empatía y la actuación social correcta. Esto está vinculado por sectores muy determinados del cerebro, que según los hallazgos más recientes crecen cuando estamos activos socialmente y en consonancia con ello estos centros del cerebro están especialmente activos.
Quien adquirió sus competencias sociales de una manera tradicional, cara a cara, apenas resultará perjudicado por las redes sociales y las utilizará cómo utiliza el teléfono o el correo electrónico personalizado. En cambio quien apenas tuvo posibilidad de desarrollar una conducta social y de niño o adolescente realiza la mayor parte de sus contactos sociales en internet, posee las condiciones para que su conducta deje mucho que desear. Los estudios más recientes sugieren que las áreas del cerebro responsables de la conducta social, no se desarrollarán normalmente.
Internet está lleno de contactos sociales que se malogran, que van desde el engaño con una personalidad diferente, los plagios, las estafas, hasta llegar a la delincuencia pura y dura. Las redes sociales entre los usuarios adolescentes conducen sobre todo a la soledad y a la depresión. Una autorregulación defectuosa, la sustitución de los auténticos contactos interpersonales por redes digitales en línea puede vincularse a largo plazo a una reducción del cerebro social de los seres humanos. Existe el peligro a la larga de que las redes sociales conduzcan a la atrofia de nuestro cerebro social entero. La soledad y la depresión son los factores estresantes más importantes en nuestra sociedad moderna. Provocan la muerte de las neuronas y favorecen a largo plazo el desarrollo de una demencia.
Un gran estudio longitudinal norteamericano puedo demostrar que la publicidad televisiva dirigida a niños es la responsable del sobrepeso, que hoy en día es altísimo en países así llamados desarrollados. Los niños aprenden muy rápidamente todos los contenidos que les ofrecemos, no importa de qué tipo. Los experimentos realizados a niños en edad preescolar muestran que han aprendido el contenido del mensaje publicitario después de haberlo visto unas pocas veces y que se comportan de manera positiva frente al producto. Lo encuentran bueno y lo eligen.
En Estados Unidos los niños comienzan a ver pantallas a los nueve meses de edad y el 90% de todos los niños ya ven regularmente televisión antes de cumplir los dos años. La publicidad televisiva se dirige selectivamente a este grupo de edad. Sólo en Estados Unidos, las empresas publicitarias gastan anualmente 10.000 millones de dólares para influir en la conducta alimentaria de los niños, la mayor parte de esto es en televisión. Los niños menores de cinco años ven anualmente más de 4000 anuncios publicitarios de alimentos poco saludables.
En los niños no se encuentra desarrollado todavía el discernimiento crítico. Por esta razón están expuestos, relativamente indefensos ante los efectos de la publicidad. En los últimos años se han multiplicado los estudios que son capaces de mostrar una relación directa entre una conducta adictiva y una conducta alimentaría patológica.
En Suecia, Gran Bretania y Corea del Sur está prohibida la publicidad orientada a niños sobre alimentos poco saludables.
No sólo nuestro cuerpo necesita alimento sino también nuestra mente. El alimento para la mente son las informaciones que graba para crecer y formarse. Y también aquí una mala alimentación puede originar muchos daños. Los medios digitales son inapropiados para los niños como alimento para la mente, independientemente de los contenidos que les demos a nuestros niños.
La industria televisiva ha incluido hace algunos años un grupo nuevo de destino: a personas entre los 4 y los 24 meses de edad. La denominada televisión para bebés se ha convertido en una poderosa industria que mueve hasta 500 millones de dólares.
Los niños imitan lo que ven hacer a sus padres. Si los padres ven mucha pantalla, los hijos también lo harán. Los padres desempeñan un enorme papel en el desarrollo de los hábitos de utilización de los medios en los hijos.
Muchos padres, especialmente de capas sociales más bajas, animan a sus hijos activamente a que vean pantallas. Hay que recalcar esto porque está demostrado la repercusión negativa del consumo de estos medios con pantalla en el desarrollo intelectual. A su vez este hecho va aumentando la brecha social y la desigualdad de oportunidades.
Muchos padres utilizan las pantallas como canguro: muchos padres consideran los medios con un gran provecho y no pueden imaginarse para nada como van a pasarse el día con los niños, sin pantallas. Éstos medios tranquilizan a los niños, dando los padres tiempo para despachar las tareas domésticas o sencillamente para tener algo de tiempo para ellos. Al mismo tiempo, los padres saben que los hijos están seguros, Es decir que no están jugando afuera ni haciendo alguna travesura en casa. Si hay varias pantallas, se soluciona la pelea entre hermanos por elegir que quieren ver y además los padres consiguen ver lo que quieren sin que se les estorbe.
Los padres suelen citar como motivo principal para el consumo de medios: al niño hay que estimularlo, tiene que aprender a una edad lo más temprana posible, lo máximo posible y lo más rápidamente posible.
Es importante saber que el tiempo que los niños menores de 3 años pasan delante de los medios de comunicación con pantalla, es tiempo perdido. Es más, quien pone a su bebé frente a una pantalla para que aprenda, se arriesga a influir negativamente en su desarrollo intelectual. Existen estudios contundentes que demuestran que los medios con pantallas en las edades tempranas de la infancia no sólo no sirven para nada sino que incluso impiden sólidamente los efectos del aprendizaje. Los niños pequeños son pequeñas maravillas en el aprendizaje, no hacen otra cosa que aprender todo el día. Las máquinas que impiden el aprendizaje tienen una influencia negativa en la carrera formativa de los niños.
Baby Einstein es el nombre de una serie de DVDs que el consorcio Disney vende desde el año 2003. Como su nombre indica, los bebés deben de ver estos DVDs y los padres deben comprarlos con la finalidad de hacer de sus bebés unos pequeños genios. Estos DVDs baby Einstein se venden con una publicidad muy intensa, en la que se afirma que su consumo hace especialmente listos a los bebés. Sin embargo hay un estudio cuyo resultado demuestra que si los niños pequeños ven televisión para bebés o DVDs para bebés conocen muchas menos palabras, es decir van retrasados en su desarrollo lingüístico y por lo tanto también son perjudiciales para el desarrollo intelectual de los niños pequeños. Después del informe de la revista especializada Science del 4 de agosto de 2007, el consorcio Disney puso en duda los resultados del estudio sobre la televisión para niños y los DVD de Baby Einstein. A pesar de que trataron de ocultar los resultados del estudio, en 2009 lo aceptaron con la devolución por los DVD por parte de los clientes, con un reembolso total del precio de venta.
El mayor estudio a largo plazo en todo el mundo sobre el desarrollo de 1037 recién nacidos hasta que se hicieron adultos, es un estudio prospectivo de cohorte desde el nacimiento, en que se registró a todos los recién nacidos y sus familias de la ciudad neozelandesa de Dunedin desde abril de 1972 a marzo de 1973. El estudio dio como resultado que el consumo de televisión de los niños o de los adolescentes va acompañado de un menor nivel de formación alcanzado a los 26 años. Cuanto más se ve la televisión en la infancia, menor es la formación alcanzada por esos niños cuando sean adultos.
Además es un hecho que el consumo de televisión en la edad adolescente, de 13 a 15 años, está relacionado sobre todo con el abandono de la escuela sin ningún tipo de titulación. En cambio un consumo reducido de televisión en edad adolescente está unido fuertemente a la consecución de una titulación universitaria.
Si tomamos como pauta los datos conocidos y tenemos en cuenta también la enorme plasticidad, es decir la influencia de la habilidad de los cerebros de los niños, entonces hay que advertir que hay que tener cuidado. No debemos dejar que nuestros hijos pasen la mayor parte de su tiempo de vigilia con cosas y actividades para las que no hay ningún dato sobre sus efectos positivos y sí, en cambio, claros indicios de sus repercusiones negativas.
El aprendizaje en los niños se desarrolla de manera muy diferente al de los adultos. El entrenamiento intensivo de la motricidad fina en la niñez es fundamental en el aprendizaje. Por esta razón son tan importantes. En general esto se acompaña de una rima o canciones infantiles. Los juegos de dedos no sirven solamente para el aprendizaje de cosas concretas y aisladas, sino también en el aprendizaje de conocimientos generales e incluso de conceptos abstractos. Se mejora mucho el pensamiento matemático o abstracto en otras áreas, como en las tecnologías de la información, si es que se ha hecho muchos juegos de dedos en las guarderías en vez de tener computadores.
No da lo mismo lo que los niños y los adolescentes hacen durante todo el día, pues ello deja huellas en sus cerebros. En el caso de los juegos de computadora significa una predisposición creciente a la violencia, insensibilidad frente a la violencia real, aislamiento social y una menor oportunidad de formación. Por lo tanto si usted desea que su hijo saque peores notas en la escuela y que se preocupe en el futuro cada vez menos de usted y de sus amigos, entonces regálele una consola de juego. Con ello contribuirá al mismo tiempo a una mayor violencia en el mundo real.
Como neurobiólogo que soy y frente a los descubrimientos existentes, me veo obligado a tomar en consideración el hecho de que los medios digitales pueden conducir a la ruina de la formación de los jóvenes; que en su utilización apenas se originan impresiones sensoriomotrices y el entorno social experimenta transformaciones y limitaciones claras.
Las personas que a menudo utilizan simultáneamente varios medios presentan problemas en el control de su mente. Las personas multitarea obtienen resultados significativamente peores que las personas no multitarea en las habilidades mentales que se requieren para la multitarea. Incluso en el cambio de tareas son claramente más lentos que las personas no multitarea. Las personas multitarea estarían entrenando activamente la superficialidad y la ineficacia.
Quienes propagan la utilización de computadores justamente en la infancia, no han aportado jamás hasta la fecha ninguna prueba de los beneficios que dicha utilización comporta.
El insomnio, las depresiones y la adicción son los efectos extremadamente peligrosos del consumo de medios digitales para el desarrollo de la salud entera de la actual generación.
El sobrepeso, también vinculado a un exceso de consumo de pantallas, también se ha relacionado en los últimos años con el aumento de conductas adictivas. El retraimiento social y los medios son los efectos secundarios más frecuentes; se crea una espiral hacia abajo en cuyo extremo están la depresión, aislamiento social y todo tipo de enfermedades físicas, como por ejemplo del sistema cardiovascular, del aparato locomotor hasta la demencia.
Las hormonas del estrés provocan la muerte directa de las neuronas. Por lo tanto hay varios mecanismos favorecedores del desarrollo de una demencia a través de los medios digitales cuyos efectos se suman.
¡Imagínense que todos padecen de demencía digital y nadie se da cuenta! Sólo un cínico opinará que no puede ser de otra manera porque en definitiva la demencia se observa en la falta de crítica, en no poder pensar ya correctamente y sobre todo en que uno no se entera de lo que realmente pasa a su alrededor. Como ya todos somos dementes digitales, nadie se da cuenta de nada, ni nadie protesta. Pero hay esperanzas…..depende de nosotros.
Sabemos que los niños de padres con ingresos escasos y escasa formación ven más pantallas y que por el contrario, los niños de padres pudientes o bien formados, más bien leen un libro.
Los medios digitales nos llevan utilizar menos nuestro cerebro, con lo cual se reduce su capacidad de rendimiento con el tiempo. En los jóvenes, los medios digitales impiden la formación del cerebro; la capacidad de rendimiento intelectual permanece, por lo tanto, por debajo del nivel posible. Esto no afecta únicamente a nuestro pensamiento, sino también a nuestra voluntad, a nuestras emociones y sobre todo a nuestro comportamiento social.
2 del libro: La mirada congelada (de Patzlaf)
El pensar que la pantalla es un instrumento importante para adquirir conocimientos y formarse a sí mismos, es una mera ilusión. En un estudio hecho en 1994 se concluyó: mientras más se mira televisión, menor es el conocimiento.
El mirar una imagen en televisión no es lo mismo que mirar un cuadro, una foto, una diapositiva o una revista. El televidente está sometido a una gran presión, la persona no puede abstraerse de ella, excepto si quita la mirada de la pantalla.
El ver realmente es un proceso activo. Las imágenes deben ser procesadas por complicados movimientos de la musculatura ocular antes de llegar a la conciencia. Llegamos a tener una imagen clara y nítida de algo, por ejemplo una casa, porque los músculos oculares ponen diferentes recortes, uno tras otro delante de la fovea central, que es el punto de máxima visión en la retina. En un principio cualquier punto de la casa se fija por una partícula de segundo, después los músculos saltando con un movimiento fuerte (como golpe, dando lugar a lo que se llama saccade) sobre otro punto del objetivo, el que se fija nuevamente por una partícula de segundo dando lugar a otra saccade sobre un tercer punto y así sucesivamente hasta que mediante las fijaciones se han tactado suficientes partes como para tener una imagen global y clara del objeto. Durante una visualización tranquila, este proceso demora entre 0,2 y 0,6 segundos. Entonces cuando miro una imagen con claridad y nitidez y creo haberla captado de una sola mirada, lo que veo no es una fotografía del mundo, sino una imagen que yo he creado activamente.
Se puede mirar lo mismo, pero no se ve lo mismo. El modo como uno mira está determinado por lo que uno sabe, por lo que uno ha adquirido. Se expresa la voluntad de querer ver algo determinado: estas fuerzas volitivas parten del núcleo más íntimo de la personalidad, son sustancia del Yo. Los movimientos oculares inconscientes son expresiones directas e indirectas de la voluntad.
Mientras que en los proyectores de cine y de diapositivas se proyectan imágenes completas en la pantalla, en el aparato de televisión (antiguo) no se forma una imagen entera. Existe un rayo catódico único que al chocar contra la pantalla genera un punto luminoso minúsculo. Éste recorre toda la pantalla en 625 líneas, cada una de las cuales consiste en 833 puntos de imagen (norma europea). Así, como en un mosaico se compone la imagen de 625 × 833 puntos, todo esto se hace a una velocidad inimaginable. Los 520.625 puntos los proyecta el rayo luminoso 25 veces por segundo. Esto significa un rendimiento de 13 millones de puntos por segundo. Pero en realidad es así: son enviadas 25 imágenes por segundo, cada una de las cuales consta de dos imágenes cortadas. Primero el rayo catódico escribe de arriba hacia abajo todas las líneas impares sobre la pantalla y después en un segundo el recorrido todas las líneas pares. En vez de 25 imágenes completas, se muestran 50 incompletas, para las que se necesita 1/50 segundos para cada una.
Impacto forzado de la retina
¿Cómo reacciona el ojo ante una imagen repetitiva tan incompleta y artificial? Sucede lo mismo que al ver un cuadro pintado o una diapositiva, puesto que los ojos tratan de captar la imagen televisiva por medio de movimientos táctiles rápidos. Se fijan en un punto atractivo para tratar de explorar lo más detalladamente, pero antes de comenzar la fijación del rayo electrónico ya ha corrido adelante, las manchas luminosas se han apagado y han desaparecido rápidamente. Aquí no hay nada para tactar. Los ojos saltan de una saccade de un punto de fijación a otro, sin fijarse. Tratan nuevamente y otra vez fracasan. Lo que recientemente apareció tan luminoso, al próximo instante se ha apagado y convertido en sombra sin contorno. Así, sucesivamente los ojos pueden saltar de un lugar a otro y no encontrarán un objeto permanente que pudiera servir para tactar. El punto luminoso es más veloz. Los ojos se conformarán con un tiempo de fijación de 120 ms., tiempo en el cual el rayo catódico habrá tirado hacia la retina seis imágenes partidas o tres enteras antes de que los ojos hayan tenido la oportunidad, a través de su propio empeño, de llegar a una imagen completa. La imagen compuesta hecha por el rayo hace un rato, ha llegado a la retina y allí tiene una duración mayor que sobre la pantalla, pues la retina es demasiado lenta y no puede seguir al punto luminoso, que es demasiado veloz para ella. La imagen completa luminosa la creemos ver sobre la pantalla de televisión, pero en realidad sólo existe en la retina.
La mirada congelada
Cuando miramos por ejemplo una reproducción de un cuadro, miramos también miles de puntitos que se conservan mientras nuestra mirada cae sobre ellos. Invariablemente se mantiene su colorido, su luminosidad y su nitidez. Imaginémonos una reproducción que empalidece hasta quedar irreconocible en cuanto nuestra mirada la toca. Los ojos podrían esforzarse cuánto quisieran, pero siempre que quieran fijarse en un lugar determinado, los puntos estarán justo en el momento en convertirse en nada. Así, solamente consiguiendo una impresión muy borrosa y es justamente en esta situación que los ojos están delante de la pantalla de televisión (a rayo catódico).
Aquí estamos frente a un fenómeno curioso, puesto que los puntos permanentes que el ojo busca sin éxito en la pantalla, se reproducen sobre la retina, pero con exclusión casi total de la propia actividad de los ojos. A esto se une una paralización total del movimiento de acomodación ocular, ya que la distancia entre la pantalla y el ojo siempre la misma.
La actividad vivaz del ojo ya no tiene sentido y se produce una extrema pasividad. La mirada se congela y se convierte en la típica mirada televisiva tan conocida por nosotros.
Las investigaciones muestran que se producen durante la lectura un promedio de cinco a 9,2 saccades por segundo, En cambio mirando televisión se produce una por segundo, Es decir un 90% menos. Éste congelamiento de los ojos se traspasa a todo el cuerpo. Así, hasta los niños más inquietos se quedan tranquilos sentados frente al televisor. El problema no está en la paralización de los músculos, sino en la gran paralización de la voluntad que dirige a los músculos. Lo que aquí sucede es un ataque a la fuerza de la voluntad del ser humano. Es desde ella que parten todas las actividades propias de su individualidad.
Cambios en el electroencefalograma cuando se mira televisión
Cuando se mira televisión disminuyen las ondas beta, que son las de la actividad y aparecen ondas alpha (éstas se generan habitualmente cuando hay menos atención visual, cuando hay sueños despiertos o cuando los ojos pierden el objeto de interés o lo abandonan).
Concretamente el electroencefalograma durante el estado de hipnosis de muestra ondas muy semejantes al que se produce frente al televisor.
También se hizo una medición de gasto energía, investigando la obesidad, en niños viendo televisión. En los niños hay una disminución del metabolismo básico, se bajó un promedio de 14% en relación al descanso. En otras palabras: el uso de calorías disminuye rápidamente en cuanto la mirada se fijaba en la pantalla. Conclusión, en una tarde de ver televisión se queman menos calorías que cuando no se hace absolutamente nada. Entonces no es una sorpresa que aumente la obesidad.
También se sabe que disminuye la frecuencia cardíaca en un 10%, es decir unas siete pulsaciones menos por minuto.
El congelamiento de los movimientos oculares, la disminución masiva de ondas beta en el electroencefalograma, la casi ausencia de actividad metabólica, la disminución de la frecuencia cardíaca, todos estos son indicios de una reducción violenta de la actividad propia. La conciencia disminuye y debiera rápidamente llegar a un estado de consciencia crepuscular, que significa muy cerca de quedarse dormido. Esto ocurriría si es que los productores no estuvieran ocupados de estimular continuamente la atención del espectador y así mantenerlo despierto. Se hacen cortes frecuentes, superposición de imágenes, cambio de imagen con la cámara y zoom, etc. Ellos se encargan que el espectador se sienta sin peso, como en un sueño, que se deslice como en un sueño través del tiempo y del espacio. En realidad es un sueño, porque de hecho la mirada del espectador no se mueve un ápice y la voluntad es la de la cámara. La mirada fija del ojo está amarrada como la marioneta al hilo. Uno ni siquiera tiene que mover la cabeza. Esto significa que la voluntad de mirar ese entregada a una máquina y ella hace creer al maquinista, que su propia voluntad está activa.
La pantalla como productora de dependencia
Los cambios sorpresivos señalan un peligro posible, por eso el cuerpo reacciona activando sus fuerzas para una posible huida o movimiento para ponerse a salvo. Para tales efectos secreta cortisol y adrenalina. Éste reflejo se usa por los productores, para que el espectador se mantenga siempre interesado. Ellas se activan delante de la pantalla en cuanto se produce un cambio inesperado en la conducción de la imagen y es más fuerte cuanto más fuerte sea el cambio. Pero la reacción del espectador es distinta, comparada con el caso de que estuviese en peligro. El no huye sino que se hunde más en el sillón y se deleita con el efecto que le ha causado. El aparente peligro es como un excitante. El efecto se apaga muy rápido, uno se acostumbra y hay que subir la dosificación, es decir se aumenta la frecuencia de cambios de imágenes, se sorprende más frecuentemente al espectador. Entonces la hormona cortisol, solamente pensada para circunstancias excepcionales, tiene efectos tóxicos y produce en el cuerpo un estado permanente de estrés. El estrés se sabe hoy en día que es la causa principal de muchas enfermedades de la civilización moderna.
Los niños no son mini adultos
En una petición de 1999 en Alemania, se solicitaba al gobierno que los niños ya en el jardín infantil aprendieran a utilizar los medios con sentido autoresponsable, autoconsciente y competente. Lo que los adultos pueden cumplir solamente con grandes esfuerzos, ¿cómo van a lograr los los niños? Cómo se explica tanta ignorancia frente a las leyes más elementales del desarrollo infantil?
Actuar con autorresponsabilidad y autoconciencia no es el comienzo, sino el fin de un desarrollo que dura hasta el final de la escolaridad.
El niño pequeño está predestinado a entregarse totalmente a su entorno. El adulto casi no puede imaginarse cuan fuerte es esta entrega. Todo lo que asimila el niño y todo lo que hace en los primeros años tiene un efecto profundo hacia dentro de su estructura orgánica, porque el niño se identifica sin límites, completamente con todo lo que le brinda el medio circundante. Dicho en otras palabras, el niño pequeño entero es un órgano sensorio. Recién después de los 10 años aproximadamente comienzan a notarse diferencias perceptibles respecto al mundo y los seres humanos, se produce un espacio interior, que después en la pubertad adquiere vida propia. Recién entonces el ser humano llega al dualismo entre afuera y adentro, entre yo y el mundo, lo que para los adultos es tan lógico, que piensan que siempre ha sido así. Con cierto derecho observan ahora los estímulos sensoriales, como mera información que puede no tomar y puede utilizar conscientemente. Pero justo esto no es el caso para el niño pequeño: allí los estímulos poseen fuerzas formadoras para la corporalidad y no hay ninguna posibilidad de impedir su acción. Por eso en el niño pequeño no se puede hablar de un manejo competente frente a los estímulos sensorios y mucho menos de responsabilidad. La responsabilidad completa está en manos del adulto.
En esta fase, las profundas huellas dejadas a través de las percepciones sensoriales dura mucho más tiempo de lo que la mayoría supone. Va disminuyendo paulatinamente hasta el 10º año de vida, en ciertos ámbitos hasta el 18º año de vida. En este lapso de tiempo se graban profundamente las impresiones que forman los fundamentos para todas las capacidades de las cuales el adulto dispone. Lo que se pierde en estos años, lo que no se desarrolla, nunca más se puede recuperar con la misma intensidad y profundidad. Por eso los científicos hablan de ventanas que un tiempo se mantienen abiertas para las influencias desde afuera y después se cierran.
El aprendizaje del niño y la televisión
El niño en la primera etapa no aprende con la cabeza sino con el cuerpo completo. El niño no se enfrenta el mundo en forma dualista, con la mente que piensa, registra y asimila. El niño se conecta físicamente con las cosas. El niño toma y capta solamente lo que anteriormente pudo tomar y tocar, él entiende reciés después que haber aprendido a pararse y a caminar. Toda experiencia a esa edad es de los sentidos, concreta.
Por lo mismo es preocupante cuando el niño pequeño se enfrenta una realidad ficticia, donde no puede hacer sus propias experiencias que necesita para su desarrollo.
Para el pequeño existe solamente un solo mundo, el de la experiencia física y justamente ésta está apagada cuando está prendida la pantalla. Esto significa para el desarrollo cerebral enfrentarse con el rompimiento de su mundo de experiencias: La realidad de la pantalla y la realidad de su entorno ya no presentan una unidad coherente; se disocia el proceso de percepción en un área donde actividad completa es posible y se abre el contacto en otra área donde no es posible ese contacto y consecuentemente tampoco se forman las estructuras cerebrales. Informaciones sin significado caen en el ojo y en la medida que se alarga el proceso, se perjudica el desarrollo del niño. No se puede hablar de aprendizaje en este contexto.
A esto se agrega la inmovilidad, la que se impone por la pantalla al niño. Ella sola ya sería suficiente problema, ya que las funciones fisiológicas y cerebrales se forman solamente a través del movimiento. Esto es violentar al niño, privarlo de su actividad más importante.
Casi ningún ser vivo sale al mundo tan poco terminado como el ser humano. Justamente el sistema nervioso, que más tarde distingue al ser humano, tan decididamente del animal, está todavía en sus comienzos. Por eso es justamente en los primeros 18 años, es cuando es tan importante para el desarrollo del cerebro que se le den desafíos correctos y frecuentes para el aprovechamiento exitoso de ellos.
Nunca se pierde sorprendentemente la plasticidad del cerebro, pero hay fases de mayor posibilidad que ya no se repiten: en la primera infancia el cerebro es más moldeable que después, pero corregir algo aprendido y formar de otra manera el cerebro es más difícil que comenzar a aprender.
Los programas pueden ser los más aptos posibles para los niños. Antes del cuarto año de vida no pueden compensar el daño que significa el ver televisión, ya que esto significa una deprivación en el niño.
También la segunda etapa, hasta los 10 años, es demasiado sensible como para permitir libremente el uso de la televisión. Ellos todavía dependen básicamente en esos años de la gran variedad de estímulos sensoriales que ofrece un entorno natural. Además necesitan muchas oportunidades de vivir la riqueza de su imaginación en su juego libre y espontáneo, para desarrollar en lo posible sus capacidades anímicas y mentales.
Los conocidos investigadores norteamericanos Dorolhy y Jerome Singer observaron por décadas los efectos de ver televisión en los niños. Salvo muy pocas excepciones, ellos constataron que la televisión tiene un efecto negativo en el juego, el rendimiento escolar, la lectura y el desarrollo del lenguaje. “Cuando un niño ve televisión frecuentemente se pone en peligro el adquirir nuevos conocimientos significativos del mundo. Además desarrolla una menor capacidad de lectura, una menor capacidad de diferenciar entre realidad y ficción, una imaginación disminuida, una visión del mundo más temeraria, una actividad aumentada como también una agresividad aumentada. Todo esto lleva a una adaptación deficiente cuando el niño entra al colegio.“
El adulto debe saber que el niño toma todo lo que ve como real, o sea no puede separar la ficción de la realidad. La publicidad por ejemplo, hasta la edad de entre 5-7 años es para ellos tan real como los demás programas. Recién entre los ocho y los 12 años adquieren la capacidad de captar la intención de la publicidad.
¡No dejar a los niños solos con la televisión!
Los adultos debieran considerar su deber el acompañara el niño cuando este ve televisión, incluso cuando se trata de un programa netamente infantil. Un niño casi siempre tiene preguntas y observaciones que quiere comentar con un adulto. Esto debe ser posible para que las imágenes no lo abrumen, sino que haya una comprensión de lo visto.
Por otro lado, la presencia del adulto, no debe ser una carta blanca para los niños para ver televisión todo lo que quieran. La autoridad del adulto debe demostrarse, en que la comprensión de las necesidades de los niños, lo hace establecer límites claros y no se deja manipular por ningún alegato.
No hay mejor inversión en el futuro de su hijo que leerle o contarle un cuento al día, en vez de dejar ese papel a los medios, cantar con él, involucrarlo en las labores diarias, organizar pequeños juegos de movimiento o trabajos manuales los cuales el niño puede seguir por sí mismo. Sin embargo el adulto no debe malinterpretar su papel como el del animador, que trata de mantener al niño entretenido a través de acciones sin pausa. De esa forma haría una especie de televisión en vivo y no estimularía para nada la actividad propia del niño. Se trata de despertar el impulso natural del niño la actividad y llevarlo en la dirección correcta. Esto no le exige necesariamente al adulto mucho tiempo, sino un poco de sensibilidad e imaginación. Una vez en el camino, el niño sabe muy bien entretenerse solo.
Los niños que están delante de la pantalla 12 horas por día por ejemplo, ¡tienen una corteza cerebral tan vacía como el desierto! Esta actividad cerebral se midió en niños televisivos. Ellos sufren la pérdida total de la capacidad de imaginación. Algunos niños no son capaces de dibujar objetos diarios como una taza desde la memoria.
En este caso extremo se muestra lo que está en juego: no tienen la capacidad de crear imágenes internas. Esto es mayor en la medida que se ve más televisión.
Una vez desarrolladas las capacidades de creatividad y actividad propia del niño, los padres pueden tomar con calma el hecho de que su hijo vea un poco de televisión en algunas ocasiones. Un niño fortalecido interiormente no se verá dañado por esto, sobre todo cuando el adulto lo dosificada bien.
Es este sentido, tiene ciertas ventajas cuando los padres aprovechan junto con el niño de ver un poco de televisión conscientemente. Esto le quitará a la televisión lo místico prohibido, lo cual a la larga puede llevar al niño a ver televisión escondidas, en forma extensa y descontrolada. Un acercamiento racional y natural al aparato objetiva el tema televisión para el niño y es al mismo tiempo una preparación para el uso responsable de este medio, que con la entrada a la adultez llega igual.
Entrada en la pubertad
Alrededor de los 10 años se cierran las ventanas más importantes para el desarrollo y la situación entera del niño cambia. Después de esta edad ya se puede percibir al mundo afuera como algo ajeno, externo, al cual se enfrenta el niño. Esta es una etapa de transición, pero es importante acompañar al adolescente atentamente y prepararle el camino con pasos adecuados. Al ver juntos las noticias y películas por ejemplo, se puede llevar la atención a los trucos de los directores para alcanzar ciertos efectos, los sentimientos inconscientes a los cuales apela la propaganda, cómo se influencia al espectador con el movimiento de la cámara etc. Mientras más observaciones haga el adulto, más conscientemente aprende el adolescente a ver televisión.
Entre los 15-16 años debiera haber desarrollado el joven la capacidad de criticar lo suficiente, para usar el medio de las pantallas en forma responsable. Si la niñez fue rica en el juego, movimiento, música y fantasía, imágenes interiores y experiencias sensoriales, entonces los padres pueden confiar en que su hijo o hija encontrará su propio camino.
3 Dra. Michaela Gloeckler
Rudolf Steiner decía con respecto a la técnica, que ella traería la muerte a la Tierra. Pero no lo decía en forma triste, sino totalmente objetiva.
Yo encuentro que es más importante hablar de una pedagogía para la libertad, que de los medios en la pedagogía.
La técnica es la condición previa para libertad. La libertad es el patrimonio cultural del ser humano. Por lo tanto la técnica se encuentra totalmente dentro del sentido de la evolución. Pero con eso aún no sé contesta a la pregunta de ¿qué hago con mi libertad? La pregunta no es sólo ¿qué es lo que puedo hacer?, sino ¿para quien yo lo quiero hacer? y ¿desde qué orientación espiritual quiero hacer algo? Es la pregunta por el bien. ¿Quiero yo hacer lo bueno? O ¿quiero poner mi fuerza a disposición para la destrucción y hacer el mal? Esto tiene que ver con la responsabilidad y la moral. Rudolf Steiner define la moral como el interés por el otro.
Rudolf Steiner ya pronostica todo lo que hoy está pasando. Y no tiene ningún sentido oponerse a esto, pero si tiene que haber un desarrollo que vaya en paralelo que se ponga a la par de esto.
Frente al desarrollo de la técnica existe una posibilidad de despertar frente a toda esta superficialidad y llegar a la necesidad de despertar a nuestra esencia profunda interior y reconocer lo más esencial del ser humano como lo evolutivo. Es decir desde afuera viene el grito que puede llevar a la necesidad de la profundización más íntima posible y esto también es una cuestión de educación. La educación para la libertad, que no debe ser sólo una educación para los medios sino que debe ser una educación para la espiritualidad también. Esto no es para una espiritualidad en relación a un determinado credo, sino que para una espiritualidad totalmente libre que le dé al ser humano la posibilidad de encontrarse consigo mismo y poder trabajarse hacia esa espiritualidad, que es la que en verdad me corresponde como ser humano, que le corresponde a la humanidad.
Se sabe que el movimiento, los movimientos físicos diestros son los que más estimulan al sistema nervioso. Imagínense lo que ocurre frente a la pantalla, en que se está todo el tiempo quieto.
También es importante que haya movimiento anímico. Es decir una clase tiene que realmente interesar, entusiasmar, emocionar de distintas maneras a los niños. Tiene que producirles realmente movimientos anímicos, donde ellos estén profundamente involucrados en lo que se les enseña. Y lo que se aprende que nunca sea aburrido. Ese es el único remedio contra la dependencia a las pantallas.
El ser humano que se libera, que está parado sobre sí mismo, que es autónomo, hoy se diría: el ser humano auténtico puede estar a disposición. Uno reconoce a los seres humanos en su grado de libertad, por cuanto están disponibles. Si es que uno no está permanentemente requiriendo algo para sí mismo, entonces puede estar a disposición. Es una ley espiritual, mientras más libre soy, tanto más soberanamente puedo instrumentalizar mis posibilidades individuales, para aquello que es esencial para mí, que si no están muy dirigidas a mí mismo.
Una pedagogía de los medios que contempla esto, premia a los medios como un gran logro de la cultura de la humanidad por todo aquello en lo cual nos ayudan. Yo soy una entusiasta usuaria de Internet. Si hay suficientes seres humanos libres, entonces Internet es grandioso. Pero si hay puros dependientes, adictos a las pantallas usuarios, que dejan las escuelas, entonces Internet es un peligro para la vida. Pero es un instrumento genial para el involucramiento de la sociedad civil, para la conciencia global. También sé la cantidad de tiempo que uno pierde en esto, pero yo creo que nuestro futuro cultural depende mucho de Internet. Es decir está extensión inabarcable, tiene que ser compensada por la máxima profundización.
Yo quiero decir: hay que usar la técnica solamente cuando realmente la necesitamos, nunca por comodidad o por vacío de pensamientos, sino con gran agradecimiento cuando sea posible, entonces ahorramos infinita energía. ¿Por qué entonces con la actividad propia que podemos desarrollar al haber ahorrado esas fuerzas, no nos sanamos nosotros mismos? Y si no hacemos esto, entonces estimulamos la destrucción de la Tierra y de nosotros mismos. Esto lo puede hacer cada uno y eso no significa que uno sea enemigo de la técnica, sino que uno es un usuario responsable, adulto, de la técnica. Esto significa que la uso solamente donde yo quiero y no en todos los lugares donde se me ofrece. Hay que estar permanentemente despiertos para no ser atrapados por este mundo.
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Este fue un estudio realizado a 785 niños de escuela primaria entre los 9 y los 13 años de edad. Se comprobó que los niños con síndrome de déficit atencional pasaban más tiempo usando el computador durante los días de escuela. También solían comer más frecuentemente mientras usaban el computador. Usando los medios electrónicos, se notó un aumento de la obesidad, un retraso en la hora de acostarse y que se usaban más snacks durante el uso de los aparatos electrónicos.
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Según una revisión de la literatura científica disponible, la exposición en la infancia y adolescencia a la televisión se relaciona con un riesgo elevado de desarrollar problemas de atención, dificultades escolares, comprensión lectora deficiente y otros trastornos comunicativos, existiendo una relación directa entre el número de horas de exposición con el número de horas de exposición con el fracaso académico; además el trastorno por déficit de atención e hiperactividad sería un factor de riesgo de adicción a Internet y juegos, existiendo evidencia sobre la asociación entre adicción a videojuegos y TDAH. Sólo un pequeño número de artículos desacreditaron la asociación entre la pantalla y los problemas de atención o trastorno de déficit de atención hiperactividad. Conclusiones: existe una particular relación entre el uso excesivo de pantallas y los problemas de atención y TDAH, considerándose un factor de riesgo para su desarrollo.
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Los niños de 12 a 18 meses de edad tienen más posibilidad de aprender de una presentación viva que por una televisada y pueden recordar mejor la información de una presentación en vivo, después. Los méritos de los medios con respecto a educación para niños menores de dos años permanecen no probados, amén del hecho de que tres cuartas partes de los vídeos infantiles más vendidos tienen propaganda explícita o implícitamente educativa. De hecho hay dos estudios que comprobaron que observar un programa como plaza sésamo, tiene un efecto negativo en el lenguaje de niños menores a dos años y otros dos estudios mostraron que no había evidencias de beneficios.
El tener la televisión o la pantalla prendida en el ambiente, sin que el niño la mire, genera que los adultos tengan menos interacción y menos atención hacia los niños.
La mayor parte de los estudios con pantallas de fondo se han hecho en adolescentes. Los estudios sugieren que con una pantalla en el ambiente se interfiere con el procesamiento cognitivo, la memoria y la comprensión lectora.
Los niños menores de cinco años que ven pantallas, usan menos tiempo en juegos creativos y menos tiempo en interactuar con sus padres o hermanos.
El uso de medios de comunicación ha sido asociado a obesidad, trastornos del sueño, comportamientos agresivos y trastornos de atención en niños en edad preescolar y escolar. En niños menores de dos años no se han hecho estudios aún.
Hay tres estudios desde 1999 que han evaluado el efecto de consumo excesivo de pantallas y los trastornos del lenguaje en niños entre los ocho y los 16 meses de edad. A corto plazo y, los niños menores de dos años mientras más televisión o vídeos vean, más trastornos del lenguaje expresivo tienen.
La Academia americana de pediatría desaconseja el uso de medios en niños menores de dos años. Los pediatras debieran explicar a los padres la importancia del juego libre. Esto le permite al niño crecer mentalmente, resolver problemas, pensar innovadoramente y desarrollar habilidades de razonamiento.
Se desaconseja que los padres pongan un televisor en el dormitorio del niño.
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Se hizo un estudio en que se expuso a ratas desde su vida prenatal hasta su muerte natural a radiación electromagnética. Los resultados mostraron un aumento significativo en la incidencia de un tumor cardíaco, que es el schwanoma.
También se observó un aumento en la incidencia de tumores malignos gliales en ratas hembras, Aunque estas últimas cifras no fueron estadísticamente significativas.
Los autores de este estudio dicen que existe suficiente evidencia con este estudio experimental, para replantearse una reevaluación sobre las conclusiones en relación al potencial carcinogénetico de la radiofrecuencia en seres humanos.
Bibliografía
1 Spitzer, M.: Demencia Digital, 2013, Ediciones B,
2 Patzlaff, R.: la miraba congelada, efectos fisiológicos de ver televisión en el desarrollo del niño. Traducción parcial del libro por Dorotea Hibder
3 Glöckler, M: Ich im Netz (conferencia enero de 2013 en Dornach)
4 Tong, L. Attention deficit hyperactivity disorder there and lifestyle related behaviors in children, research article, Hospital universitari i Politecnic La fe, Spain, setiembre de 2016
5 Peñafiel, M.: El uso de pantallas en pediatría y su influencia en el trastorno de déficit atención al punto rev. chil. psiq. neurol. infanc. adoles./ volumen 27, número dos, agosto 2016
6 Media use by children younger than two years. From the American Academy of pediatrics, policy statement. November 2011, volume 128 / issue 5
7 L Falconi et al, Heart tumors in Spargue-dawley rats exposed from prenatal life until natural death to mobile phone radiofrequency field representative of a 1,8 GHz GSM base station environmental emission. Environ. Res. 2018 Mar 07.
8 Kurzbeschreibung der neuesten wissenschaftlichen Publikationen, die das Problem der Medienwirkung im Kontext des Weltverständnisses untersuchen, Sicht Wechsel für gewaltfreie Medien